El cierre de la Administración federal, el llamado 'shutdown', es un producto tóxico para la clase política estadounidense. En primer lugar, para Donald Trump, pues evidencia que no tiene actualmente suficiente capacidad para el diálogo. Pero también es un varapalo para los demócratas, ahora en la oposición, pues han actuado precisamente de la misma forma agresiva y prepotente como lo hicieron los republicanos ante Barack Obama en 2013, cuando se aplicó por última vez esta medida extraordinaria.
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Por 'dreamers' se entiende a los 800.000 jóvenes llegados a Estados Unidos cuando eran niños con sus familias sin que sus padres tuvieran papeles para residir legalmente en el país, y que ahora están amenazados con ser expulsados a consecuencia de la política de inmigración de Trump. En septiembre de 2017, el presidente canceló el programa con el que Obama los había protegido de la deportación, otorgándoles permisos temporales de trabajo.
El bloqueo acabó el lunes 22 de enero después de que los demócratas accedieran a las demandas del Partido Republicano. El Congreso —primero el Senado y luego la Cámara de Representantes— aprobó una ley que permite financiar las operaciones normales del Estado, pero solo hasta el 8 de febrero. En otras palabras, la solución es temporal y podría volver a producirse.
El breve pero intenso apagón administrativo coincidió con el primer aniversario de Trump al frente de la Casa Blanca. Una celebración muy poco feliz.
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El panorama generado desató declaraciones viscerales; algunas de ellas muy jugosas. Por ejemplo, el senador republicano por Luisiana, John Kennedy, se desahogó con las siguientes palabras: "Nuestro país fue fundado por genios, pero está dirigido por idiotas". Otro colega de Kennedy, el senador republicano por Utah, Orrin Hatch, hizo comentarios similares al manifestar que el Senado tiene "algunas personas realmente estúpidas".
"Este es el país más grande del mundo, pero tenemos algunas personas realmente estúpidas que lo representan de vez en cuando, y con eso, probablemente he ido demasiado lejos al decir eso, pero es verdad y es decepcionante para mí", declaró Hatch.
Viniendo de sectores republicanos, ambas reacciones resultan muy curiosas, porque los republicanos son los expertos en provocar esta clase de callejón sin salida, al emplear la amenaza del 'shutdown' como arma negociadora. Así lo han hecho en los últimos 25 años.
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Sí acudieron a su puesto los trabajadores con salarios que no iban a cuenta del presupuesto anual, entre ellos los de los servicios postales. Los tribunales de justicia también siguieron operativos. Los parques nacionales no echaron el cierre porque se empeñó en ello el propio Trump, pero sí lo hicieron las oficinas que recaudan los impuestos y otras dependencias no estratégicas, ocasionando retrasos y otros inconvenientes.
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En definitiva, EEUU ha dado al mundo entero una imagen de descrédito. ¿Acaso no es penoso que un Gobierno civilizado no pueda pagar las nóminas de sus funcionarios por cuestiones meramente políticas? La reputación de los políticos ha quedado por los suelos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK