Lula dejó el edificio en una caravana de vehículos policiales para dirigirse a la sede de la Justicia Federal en el estado de Paraná (sur), situada a cuatro kilómetros de distancia.
El esquema de seguridad fue muy discreto, comparado con el despliegue de más de 1.700 policías realizado en el primer interrogatorio de Lula ante Moro, antes de que fuera condenado.
Decenas de simpatizantes del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) se concentraron a las puertas de la Superintendencia de la Policía Federal (donde cumple condena) y de la Justicia Federal para mostrar apoyo al expresidente.
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En este nuevo proceso, Lula también está acusado de delitos de corrupción pasiva y blanqueo de dinero.
Antes de la salida de prisión, los parlamentarios del PT Lindbergh Farias, Wadih Damous y Paulo Pimenta remarcaron que Lula es inocente.
Además, aseguraron que este proceso no debería estar bajo la jurisidicción del equipo de Moro, dado que se trata de supuestos hechos ocurridos en Sao Paulo que en su opinión no tienen conexión directa con la trama destapada por la Operación Lava Jato.
En este sentido, dijeron no confiar en que el hecho de que Moro ya no se encargue del caso vaya a beneficiar a Lula, pues consideraron que el juez sigue siendo "el jefe" de Hardt y actúa en la sombra, como ya demostró en otras ocasiones.
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Moro dejó las audiencias de la Operación Lava Jato de forma voluntaria recientemente, cuando aceptó el cargo de ministro de Justicia y Seguridad Pública en el futuro Gobierno de Jair Bolsonaro.