Los no residentes pueden acceder a la zona siempre que tengan etiqueta ambiental y vayan a un aparcamiento de uso público.
La iniciativa corre a cargo de Manuela Carmena, la alcaldesa madrileña y representante del partido de izquierda Ahora Madrid. La medida pretende reducir la contaminación en el centro histórico de la capital y mejorar la salud de los ciudadanos.
Se trata del área comprendida entre el Palacio Real y el museo del Prado, de oeste a este, y la Plaza de Alfonso Martínez y la Puerta de Toledo, de norte a sur.
Todos los vehículos de gasolina registrados antes del 2000 y los diésel registrados antes del 2006 serán prohibidos en el área, a menos que sean utilizados por residentes locales o cumplan con otras exenciones. El objetivo es reducir los niveles de dióxido de nitrógeno en un 23% para el 2020.
Pasos similares también se han dado en otras ciudades importantes: a finales de 2016, los alcaldes de París, Atenas y la Ciudad de México se unieron a Madrid para anunciar planes de sacar los automóviles y camionetas diésel de sus carreteras para el 2025.
Sin embargo, no todos están contentos con la nueva iniciativa. Sus detractores aseguran que generará atascos y huelgas del metro. Además, algunos no están de acuerdo con la política del aparcamiento pagado que supone que algunos vehículos sí puedan entrar en la zona.