Ciencia

Una potente tormenta solar en Groenlandia dispara las alarmas

Un equipo internacional de geólogos ha hallado en el hielo de Groenlandia rastros de una poderosa tormenta solar que golpeó la Tierra hacia el año 660 a. C. La tormenta habría colapsado nuestra civilización de haber ocurrido hoy en día. Los investigadores advierten de que podría volver a ocurrir, según el estudio publicado en la revista PNAS.
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El equipo, liderado por la Universidad de Lund (Suecia), utilizó los núcleos de hielo de la isla para hallar pistas sobre antiguas tormentas solares, ya que el hielo conserva, en forma de estratos superpuestos, 'mapas' de los que es fácil obtener información sobre el clima, la biología o la composición atmosférica del pasado. Algo que ocurre sobre todo con el hielo de Groenlandia, formado durante los últimos 100.000 años.

Raimund Muscheler, el autor principal de la investigación y profesor de la Universidad de Lund, advierte de que si esa tormenta ocurriese hoy en día, sus con secuencias serían increíblemente severas.

"Nuestro hallazgo demuestra que estamos subestimando la frecuencia con la que se da este tipo de fenómenos. Lo que venimos a decir es que debemos encontrar la forma de predecir y de protegernos mejor de este tipo de cataclismos", señala.

Advierten de una devastadora tormenta solar que 'azotará la Tierra'
Las consecuencias de una poderosa tormenta solar como la de Groenlandia no solo habrían paralizado nuestra civilización de haber ocurrido en nuestra era. Las tormentas solares destruyen los sistemas de telecomunicaciones, las redes eléctricas, los satélites y, en fin, la tecnología. Las consecuencias de una tormenta solar de esas dimensiones harían retroceder a la raza humana siglos y siglos. Y lo que es peor: volver a la normalidad y restaurar los sistemas neutralizados no sería una tarea realizable de un día para otro.

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De nuestro Sol llegan a la Tierra con frecuencia tormentas —que no son otra cosa que episodios explosivos en los que la estrella libera energía en forma de luz visible, de calor y de radiación-. Aquellas que son poderosas vuelven locos a los polos magnéticos de la Tierra, lo que a su vez vuelve locos a los sistemas de telecomunicaciones y demás tecnología.

Comunidad de Tasiilaq en Groenlandia

Un ejemplo de tormenta solar severa tuvo lugar en marzo de 1989. En aquel momento solo golpeó Canadá, y dejó en fuera de juego la red eléctrica. La tormenta solar de 2003 es otro ejemplo. Dejó Suecia sin electricidad durante varias horas. Fueron solo fenómenos locales, pero de ellos nos podemos hacer una idea de las consecuencias de una tormenta solar a escala global.

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De hecho, tenemos un ejemplo de tormenta solar global. Ocurrió en 1859. Conocida como 'evento Carrington'. Se la considera como la tormenta más potente de la historia. El Sol en aquel momento liberó una potentísima llamarada de partículas ardientes en nuestra dirección. A medida que la tormenta recorría el planeta, las auroras boreales y australes que provocan normalmente las partículas solares —y que se dan en los polos del planeta- fueron frecuentes en el ecuador. Llegaron a ciudades como Roma y Madrid. El sur de Europa y América del Norte fueron testigos de cómo las auroras recorrían el cielo. La tremenda llamarada causó cortes y cortocircuitos en los sistemas de telégrafo de la época a lo largo y ancho de América del Norte y del Viejo Continente. Una vez más, si esa llamarada ocurriese actualmente las consecuencias serían nefastas, teniendo en cuenta la dependencia de la tecnología actual.

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Por ese motivo, prosigue Muscheler, los historiadores, los astrónomos y los físicos intentan hoy en día encontrar los restos de otras llamaradas que hayan tocado la Tierra a la lo largo de su historia. Cuantos más episodios registremos, más fácil será determinar con qué frecuencia tienen lugar y qué consecuencias cabe esperar. Muscheler insiste: estamos subestimando estos fenómenos.

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