La reina, de 93 años, decidió prescindir de la enorme corona imperial que está decorada con 2.868 diamantes, 17 zafiros, 11 esmeraldas, 269 perlas y cuatro rubíes y pesa más de un kilo.
Isabel II prefirió una diadema más ligera de Jorge IV, que también se utiliza en las ceremonias de apertura del Parlamento. La corona imperial estaba colocada sobre una mesa a la derecha de la monarca.
Es la tercera vez que Isabel II rehúsa ponerse la corona imperial en la ceremonia de apertura del Parlamento. Las otras dos fueron en 1974 y en 2017, cuando en el Reino Unido se celebraron unas elecciones extraordinarias.