Evo Morales y el vicepresidente de su gobierno Álvaro García Linera, segundo en el orden de sucesión gubernamental renunciaron el 10 de noviembre, después de declarar ante la televisión boliviana que su decisión la adoptaba para evitar la escalada de violencia, los ataques y agresiones de los líderes opositores Carlos Mesa y Fernando Camacho contra el Gobierno del Movimiento al Socialismo.