Las bailarinas cubanas a través de los ojos de una artista rusa

Vólkova empezó a dedicarse a la fotografía cuando todavía era bailarina. En aquel entonces, las fotos eran una especie de terapia y de pasatiempo para la joven, según contó en una entrevista con Sputnik.

"Al principio yo hacía fotografías entre bastidores. Luego empecé a invitar a mis amigos del ballet al estudio. Unos meses después, empecé a trabajar con personas del ballet de otros teatros", compartió Vólkova con Sputnik.

La fotógrafa reveló que nunca soñó con ejercer esta profesión, pero una vez que tuvo su primera cámara analógica, el amor y el interés por la fotografía aumentaron y ya no pudo volver atrás.

Las fotografías se convirtieron en una manera para Vólkova de mantenerse cerca del mundo del ballet, después de que decidiera dejar de ser bailarina.

Para Vólkova, "un fotógrafo de ballet debe entender el ballet, amarlo, arder de pasión por esta disciplina, respetarla, interesarse por lo que está sucediendo allí y aportar una parte de sí mismo a su trabajo".

Vólkova considera que el ballet es hermoso de por sí y que "la tarea del fotógrafo es captar momentos que son inaccesibles a los ojos, como el clímax de un salto, por ejemplo".

"La fotografía ideal depende del fotógrafo en un 50% y del modelo en un 50%. El estilo y la visión del fotógrafo son muy importantes", apuntó la fotógrafa.

El hecho de que fuera bailarina le permite a Vólkova entender mejor el sujeto de sus fotos. Según Vólkova, "hay muchos ejemplos en internet, donde la excelente actuación de una bailarina es destruida por la simple ignorancia del fotógrafo de los matices de la fotografía de ballet".

"Tengo toda una técnica para construir poses, que me ayuda a entender que no todo lo que es correcto en el ballet o en la escuela de ballet puede ser transferido a la fotografía de esta disciplina. Aquí tenemos que analizar cómo se construye el movimiento y adaptarlo a la foto. En todo hay matices", explicó la artista.

En La Habana, Vólkova exhibió su muestra fotográfica titulada 'La música petrificada de San Petersburgo', cuyo sujeto es justamente el ballet de la capital rusa del norte.

La delegación rusa ofreció además una clase magistral de ballet y un concierto de gala bajo la dirección del coreógrafo Yuri Smekálov, en el que participaron bailarines no solo del ballet de San Petersburgo, sino también de otras compañías rusas.

Aunque estuvo en Cuba solamente cuatro días, la visita a la isla caribeña definitivamente causó una impresión inolvidable en la fotógrafa.

Pese a su amplia experiencia en el mundo del ballet, Vólkova contó que jamás había visto un lugar como la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. "Es probablemente el lugar más hermoso que he visto en mi vida".

Vólkova detalló que el primer día en que visitó la escuela, decidió no hacer fotos, ya que no sabía todavía cómo transmitir toda la atmósfera del local en una sola foto o incluso en una serie de fotos.

"Las fotografías no transmiten la energía del interior de la escuela. Definitivamente hay que rodar una película allí", afirmó Vólkova.

La fotógrafa quedó impresionada también con los bailarines estudiantes y su técnica, la cual definió como "increíble".