"Realmente pienso que es una forma de mantener la distancia ahora que es tan necesaria y de paso aprovechar el transporte y el entrenamiento todo en uno", asegura Pablo. Cada día recorre 2,3 kilómetros para llegar hasta su puesto de trabajo y lo hace como más le gusta, nadando. Sin desprenderse del neopreno y ataviado con su mascarilla, Pablo llega a su negocio: una tienda de electrodomésticos.
Su padre le espera cada mañana y es que, aun sabiendo que su hijo es un buen nadador, no le hace mucha gracia que nade solo. Si el tiempo y las condiciones del mar lo permiten, este gijonés seguirá yendo a trabajar a nado para así, mantener la distancia de seguridad, entrenar y demostrar a la gente que hay más formas de moverse.
Salvo los días en los que el mar está más embravecido, Pablo cumple con entrenamiento diario y llega a su puesto de trabajo sin problema alguno. Eso sí, con una boya y un gorro de color llamativo para ser fácilmente localizado en el agua por si ocurriese algún incidente.