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Jaque mate al autobús en la nueva normalidad de Montevideo

MONTEVIDEO (Sputnik) — El mundo se prepara para salir a la calle nuevamente, tras varios meses de confinamiento por el coronavirus, pero, ¿está el mundo preparado para nuestros nuevos (y temerosos) hábitos de conducta?
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Existen muchas hipótesis, y algunos gestos, que anuncian una sola certeza en medio de un mar de imprecisiones: las ciudades deberán adaptarse a una nueva realidad.

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Y la capital uruguaya es una de las que ya muestra algunos gestos de cómo será la nueva urbanidad por lo menos hasta que el distanciamiento social sea apenas un mal recuerdo.

"Cuando aparezca la vacuna va a haber un alivio y recién ahí vamos a visualizar si los cambios de hábitos que tuvimos que generar ahora los vamos a abandonar o no", plantea a Sputnik el director de Movilidad de la Intendencia de Montevideo (IMM), Pablo Inthamoussu.

El programa de Espacio Recreativo sin Motores es el nombre que la IMM le dio a la peatonalización temporal de dos de las arterias más clásicas y concurridas: la avenida 18 de Julio y buena parte de la rambla costanera.

"La rambla es un paseo emblemático y es el más democrático de la ciudad", describe Inthamoussu, y añade: "Cerramos el tránsito vehicular en una de las sendas de la rambla, la que está contra el río, para permitir el tránsito peatonal, bicicletas, monopatines, rollers, con el objetivo de que haya más espacio entre las personas".

Asimismo, el 30 de mayo replicaron por primera vez la iniciativa en ambas manos de la clásica avenida 18 de Julio, con el fin de fomentar el distanciamiento, la actividad física y, también, agregar "un componente comercial que tiene que ver con tratar de impulsar la actividad económica en el centro de la ciudad", en tiempos donde los shoppings, o centros comerciales, siguen cerrados.

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Sí, Uruguay se propone limitar el tráfico vehicular para que allí donde veíamos autos, ahora veamos personas.
La iniciativa, que busca descomprimir las aceras y fomentar otros medios de transporte ya se aplicó con éxito en ciudades europeas como Madrid, Milán o Londres, y en otras, como Berlín, París, Dublín, Burdeos y Bilbao, se multiplicaron los bicicarriles y se bajó la velocidad máxima de algunas calles a 20 km/h.

Sin embargo, en Montevideo, esas medidas todavía no impactan: "Desde el punto de vista de la movilidad el auto pasó a cobrar cierto protagonismo nuevamente, aunque veníamos trabajando en una dirección opuesta, porque contamina y ocupa mucho espacio, pero el temor y la desconfianza por ahora son más fuertes", afirma Inthamoussu.

Los autos le ganan a los buses

El director de Movilidad de Montevideo no duda: "Este es el impacto más grande en la historia del transporte público". de la ciudad.

Los números son inapelables y demuestran que el autobús es, de momento, el gran perdedor en las urbes de Sudamérica.

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Antes del 13 de marzo, cuando se notificaron los primeros casos de COVID-19 en Uruguay, surcaban las calles de Montevideo unos 1.500 buses, de los cuales hoy sólo circula el 65%, con 1.600 trabajadores en seguro de paro (subsidio por desempleo).

"La demanda bajó un 20%, luego llegó a un 38% y ahí se planchó. No hemos superado nunca el 40% de los pasajeros que teníamos antes; se abrieron actividades pero eso no se ve reflejado en el transporte", admite el funcionario.

Para él hay tres componentes: "Mucha gente haciendo teletrabajo, y que lo va a seguir haciendo; el efecto económico genera que mucha gente no tenga trabajo o esté en seguro de paro; y, por último, a muchos se le generó un temor obvio de viajar en transporte público". 

"Volver a ganar esa confianza va a llevar un tiempo. Esperamos recuperar el 65% de la demanda para fin de año", se resigna.

El parque automotor de Montevideo ya mostraba una preferencia por el automóvil, con unas 450.000 unidades circulando por día en el área metropolitana, donde viven casi dos millones de personas; En consecuencia, durante la pandemia ha sido el vehículo elegido para movilizarse.

Situación lógica para un país que continúa atravesando el proceso de desmotorización, y que, al parecer, no hay pandemia que lo acelere.

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