"Puedo comprender las amenazas que se profieren contra un estadista que ocupa un puesto concreto. Pero la ruin presión anónima contra la familia, incluidos los niños, no concuerdan en mi cabeza con la noción de 'democracia'. Las lágrimas de mi hijo de 11 años me provocan cortar con mis dientes unas gargantas. Aquí no huele a democracia, sino que apesta a pogromos y ensañamientos", señaló.
Además, Makéi afirmó que Bielorrusia está viviendo el período más duro en su historia contemporánea.
"Por desgracia, nuestro país está viviendo, probablemente, la etapa más difícil de su historia contemporánea. Se trata de la preservación del Estado", dijo Makéi.
"Nuestro desarrollo ya sufrió un retroceso de muchos años debido a las acciones de los últimos días", indicó Makéi citado por el Ministerio de Exteriores en su página web.
El ministro aseguró que Bielorrusia mantiene su curso en la política exterior.
"En este momento trascendental para nuestro país, es más importante que nunca defender los intereses de la política exterior de Bielorrusia que son invariables", resaltó.
El canciller afirmó que no quiere "perder" el país y en este contexto llamó a los diplomáticos a esforzarse para proteger la política exterior de la república.
Pero la oposición afirma que la ganadora es Svetlana Tijanóvskaya.
Las manifestaciones fueron reprimidas en los primeros días con gas lacrimógeno, balas de goma, cañones de agua y granadas aturdidoras, y dejaron, según informes del Ministerio del Interior, al menos tres muertos, cientos de heridos, entre ellos más de un centenar de policías, y más de 6.700 detenidos. Además, un manifestante murió atropellado por un automóvil particular.
Más tarde los organismos judiciales dejaron de dispersar los mítines y usar la fuerza contra los manifestantes.