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Cantante folclórica, transformista y estrella televisiva: la historia narrada de Carmen de Mairena

Un audiolibro, con guion de Santi Villas y locución de Bob Pop, recupera la vida de esta cupletista española, que murió en marzo a los 87 años sin homenajes debido al COVID-19.
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Probablemente, el nombre de Carmen de Mairena no les suene a quienes nacieron en el siglo XXI. Esta mujer alcanzó sus picos más altos de fama en la década de los noventa. Y poco a poco fue desapareciendo de los focos. Hasta que murió el 22 de marzo de 2020, a los 87 años, sin homenajes. El COVID-19 impidió la sepultura multitudinaria y su cuerpo se apagó en sordina, como llevaba haciendo desde tiempo atrás.
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Concebida como Miguel Brau el 15 de marzo de 1933, la cupletista creció en el barrio barcelonés de Sarriá. Era una hija de aragonés y catalana a quien la Guerra Civil maduró de golpe. Con solo tres años, la contienda paralizó su existencia. Tuvo posteriormente que emplearse en distintos oficios para sobrevivir y empezó a decantarse por su gran pasión: la copla. Miguel Brau quería ser folclórica. En plena adolescencia ya entretenía a los vecinos con sus representaciones. Y entró a trabajar en algunos de los locales más preciados de Barcelona.
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La caída de sus actuaciones, junto con desgracias personales en el terreno privado, la empujaron a la prostitución. A pesar de la purpurina y la fanfarria, Carmen de Mairena todavía luchaba contra la marginación social y la pobreza. En ese punto de su vida, cuando languidecían las actuaciones y deambulaba por las calles del Raval, saltó a la tele. Con alguna aparición puntual en magacines locales, el programa Crónicas marcianas, presentado por Xavier Sardá, le dio sus momentos más laureados.
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La popularidad dio paso al abandono. Su salud se debilitó y la postró en una silla de ruedas. La familia que le quedaba la ingresó en una clínica, donde a veces le organizaban veladas como si siguiera siendo una celebridad. Brindaban con champán en un show ficticio.

Una serie en el confinamiento

Todos estos avatares propiciaron la idea de una serie oral. Tras su fallecimiento, la plataforma Storytel pensó en narrar, a través de su propio testimonio y del de las personas que la conocían, la vida de Carmen de Mairena. El periodista Santi Villas se encargó del guion. La locución estuvo a cargo de Bob Pop. Ambos valoraron la idea, asumiendo las dificultades que propiciaba el entonces confinamiento por el coronavirus. Terminaron entrevistando a unas 15 personas del entorno: su hermana Pilar, compañeros de los bares donde actuó o quienes aparecieron a su vera frente a la cámara, como Cárdenas o Carlos Latre.
"Me asombró cómo se va adaptando a las circunstancias. Es un personaje que va saliendo solo de todo. Carmen de Mairena quería ser famosa desde pequeña y acepta lo que tiene que ir haciendo para conseguirlo", reflexiona Villas en conversación con Sputnik. "Su vida tiene muchos pliegues, muchas contradicciones", añade.
Villas conocía a Carmen de Mairena por sus apariciones en tele e incluso cree haber coincidido con ella en algún sarao de la ciudad condal. Bob Pop igual. "Conocía su faceta más paródica, su figura televisiva de bufón y personaje límite, entre la rabia y el patetismo. Tras narrar su historia para Storytel he descubierto su papel vital en la historia de la represión franquista contra los derechos humanos y la lucha de una mujer por el reconocimiento, la supervivencia y por ocupar un lugar que siempre se le negó", comenta.
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Coinciden los dos en lo complicado que era descubrir a la verdadera Carmen. "Creo que lo más auténtico de ella fueron sus mentiras, sus imposturas y sus fantasías, siempre cumplidas a medias y mal", aventura Bob Pop. Repiten sus allegados a lo largo de la serie la palabra "infeliz". Un calificativo que ambos desestiman. "Todos la describen así, pero en realidad es un personaje fuerte, independiente", aclara Villas, enumerando esas fases de su vida en las que optó por una cirugía ilegal o por saltar a un plató a cambio de la mofa pública.
"No sé si le dio tiempo a ser infeliz; creo que la supervivencia le robó todo su tiempo y energía", completa Bob Pop, que ve en ella un ejemplo de "la amargura del éxito" y la relaciona con otro personaje español que vuelve a estar en boga después de su olvido: Cristina Ortiz, La Veneno. "Ambas se convirtieron en un icono sin saberlo", apunta. A este respecto, Villas duda. Dice que no estaba a ese nivel: "La Veneno era un poco la historia de Pretty Woman, sacándola de la calle. Carmen representa la postguerra, el transformismo… Hasta su travestismo tiene frases que ahora sonarían machistas".
Su activismo tenía más que ver con la determinación por ser quien quería ser que por defender a un colectivo. "Lo más importante de Carmen es entender que su lucha no fue de género sino de clase. Y ahí perdió", acata Bob Pop, que también considera a la artista como el reflejo del final de una época, la de "la Barcelona más canalla". "Siempre digo que el triunfo televisivo para Carmen fue como las olimpiadas de Barcelona. Se remozó y luego se descubrió que tras esa fachada había quedado mucha miseria detrás", sentencia.
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"Era una señora que cogía un coche de caballos y se paseaba por la Rambla saludando como la reina de Inglaterra, para que la vieran y la saludaran. Para que, en cierta forma, la quisieran. Al final consiguió sentirse, vivir y creerse un personaje conocido. Porque en el micromundo que creó tenía todo: la popularidad de la televisión y el cariño de la gente que antes a lo mejor la miraba mal", agrega Villas.
Adrián Amaya, amigo cercano a Carmen de Mairena, está recogiendo firmas para que le pongan su nombre a una calle de Barcelona. Sería la manera de rendirle el homenaje presencial que no tuvo al morir. Y serviría, quizás, para acercar su figura a quienes aún la desconocen.
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