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El arte de la borrasca: la fría belleza que deja Filomena en España | Fotos, vídeo

La borrasca Filomena ha originado una larga lista de problemas en España. Su resolución llevará días. Sin embargo, también deja una estampa muy distinta del país.
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"Veni, vidi, vici". Así describió Julio César al Senado de Roma su victoria sobre Farnaces II del Ponto en la Batalla de Zela. Una locución latina que bien podría haber pronunciado la borrasca Filomena antes de su gélido paseo por el centro de la Península Ibérica. Una andadura que, al igual que las palabras del cónsul romano, perdurará en la memoria.
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Y es que Madrid parecía vestida para un cuento. No es habitual ver lugares como el Palacio Real o La Almudena techados de nieve y hielo. Tampoco ver las copas de los árboles del Retiro de tonalidades blancas. La misma magia fría inundó las calles del casco antiguo de Toledo o la plaza del Torico de Teruel. El invierno había llegado a la planicie española.
Nieve que también se acumulaba en la naturaleza. A orillas de las carreteras, el campo lucía blanco, casi escandinavo.
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Sin embargo, el sueño níveo se tornó en pesadilla. Más allá del disfrute, la tempestad generó el caos en las provincias afectadas. Las carreteras, como las circunvalaciones de Madrid, quedaron bloqueadas y los vehículos atrapados durante horas. Del aeropuerto de la capital española ni despegaban ni aterrizaban aviones. Comercios y locales de restauración se cerraron ante el paso de la borrasca.
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Por otro lado, los servicios de emergencia no eran capaces de atender al torrente de llamadas que entraban en la centralita. En hospitales y centros médicos, los sanitarios realizaron largos turnos al no poder llegar sus sustitutos por el atasco en la vía urbana. Y eso que alguno se armó de valor para caminar hasta su puesto de trabajo, a través de la densa capa de nieve, salpicada por las ramas de los árboles caídos.
Un escenario que sobrevivirá en medios de comunicación y debates políticos durante días. Sin embargo, muy probablemente, una vez salga de los espacios dedicados al enfrentamiento entre partidos, las consecuencias de la borrasca caerán en el olvido. Entonces, solo quedarán las bolas de nieve, el Paseo de la Castellana teñido de blanco y las risas por los resbalones. Accidentes e incidentes desaparecerán de la mayoría de cabezas, aunque algunas no recordarán la borrasca con tanta alegría. En ese momento, Filomena podrá decir: "Veni, vidi, vinci".
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