"Estamos recibiendo los medicamentos que antes no se encontraban en el mercado interno de Bolivia. Hemos hecho gestiones en todo el mundo para encontrar estos medicamentos y garantizar la provisión de los mismos a nuestro Estado", dijo el ministro de Salud, Jeyson Auza, a la televisión estatal.
El titular de Salud hizo la declaración en la ciudad oriental de Santa Cruz, a donde llegó el avión Boeing 767 de la estatal Boliviana de Aviación que transportó los medicamentos desde Bombay, India.
Auza dijo que otras compras masivas de medicamentos anti-COVID-19 se realizarán en los próximos días, como parte de una campaña gubernamental para combatir la escasez y los altos precios que regían en el mercado interno, dominado por fabricantes e importadores privados.
Los fármacos serán administrados gratuitamente a los pacientes del Sistema Único de Salud, que atiende a los bolivianos no cubiertos por los seguros tradicionales y que representan poco más de la mitad de la población, indició Auza.
Esta sería la población más afectada por la escasez de medicamentos contra el COVID-19, situación que provocó el surgimiento de un mercado negro altamente especulativo, según medios locales.
17 de febrero 2021, 11:18 GMT
El canciller Rogelio Mayta, quien concurrió también a recibir el cargamento de fármacos, dijo que la compra directa permitió un ahorro de 9,6 millones de dólares, comparando los precios pagados en India y los que rigen en el mercado local.
Los medicamentos comprados a Saima Pharma son Remdesivir, Propofol, Meropenem, Dobutamina y Vancomicina, de alta demanda en los hospitales públicos y privados que atienden casos de COVID-19.
"Hemos detectado que en Bolivia y la región existe un monopolio en la importación de medicamentos que provoca un alza en los precios entre ocho e incluso nueve veces en relación a los precios de fábrica", dijo Mayta, según un boletín oficial.
El cargamento de medicamentos arribó cuando las estadísticas oficiales señalaban que la pandemia afectó a casi 240.000 personas y causó 11.303 muertes, de lo que resultaba una tasa de letalidad de 4,7%, o 4,7 decesos por cada 100 contagios, una de las más altas del continente.