Unas 300 personas se congregaron el 27 de febrero a mediodía frente al edificio de la Consejería de Sanidad, en la céntrica calle de la Aduana. Convocadas por la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad Estatal (CAS), su propósito era avanzar desde allí hasta el Ministerio de Sanidad, en el Paseo del Prado.
Apenas quince minutos después de iniciada la concentración, una decena de personas pertenecientes al grupo de extrema derecha Bastión Frontal hizo aparición en el lugar, intentando mezclarse entre los manifestantes y provocando momentos de tensión. Entre los ultraderechistas ‒rapados, ataviados con sudaderas con la inscripción Por la Defensa de Europa y portando una bandera de España‒ figuraba también Isabel Medina Peralta, la joven de 18 años que días atrás, durante un acto de homenaje a los voluntarios de la División Azul encuadrados en el ejército del III Reich, realizó un duro discurso de corte antisemita. Bastión Frontal fue uno de los grupos participantes en dicho homenaje.
La marcha en defensa de la sanidad pública estaba integrada por trabajadores sanitarios de primera línea, y miembros de sindicatos y asociaciones políticas. Su propósito era denunciar las precarias condiciones con las que el sistema sanitario público español está afrontando la pandemia de COVID-19.
Tensión y detenciones
La reacción de los asistentes al acto tras detectar la presencia de los ultraderechistas fue gritar "¡Fascistas, fuera de nuestros barrios!" al tiempo que los ánimos se caldeaban. La Policía Nacional intervino para separar los grupos de manifestantes mientras los convocantes pedían que se expulsara a los miembros de Bastión Frontal.
Ante las quejas de los manifestantes por la presencia de individuos ajenos a la protesta y que entendían como una provocación, los agentes de policía respondieron: "¡Estamos aquí para garantizar el libre derecho de todo el mundo, de todos!"
"¡Ellos están provocando y lo sabéis!", replicó entonces un participante. "Nosotros estamos aquí para que no provoquen", zanjó un agente.
Pero la Policía acabó deteniendo a Santiago de la Iglesia, dirigente del sindicato Confederación General del Trabajo (CGT). La detención del sindicalista, puesto en libertad a las pocas horas, ha sido profusamente comentada en redes sociales, donde algunos usuarios han señalado la protección ofrecida a quien tenía intención de reventar una manifestación que había sido convocada cumpliendo todos los cauces legales.
Según explica CGT en un comunicado, "ante la inacción de la Policía", un grupo de personas pertenecientes a las diferentes organizaciones convocantes del acto intentó formar un "cordón de seguridad" para evitar que los elementos de extrema derecha se infiltrasen. "La reacción de la policía fue proteger a los nazis, mientras ellos lanzaban sus mensajes de odio y hacían el saludo fascista", se afirma en el comunicado.
23 de febrero 2021, 17:19 GMT