Al llegar a su punto de concentración se encontraron el Palacio Nacional cercado con muros y vallas de seguridad que intentaron derribar con martillos y palos de madera.
En respuesta, los agentes del orden utilizaron en múltiples ocasiones gases lacrimógenos para dispersar a la multitud de manifestantes que golpeaba el cerco de seguridad.
En la protesta participaron feministas y activistas que luchan contra la violencia de género. A su vez, el Gobierno de Ciudad de México desplegó 2.400 mujeres, entre policías y personal de la Secretaría de Gobierno para la vigilancia de la marcha.