Las consecuencias han sido devastadoras. Medio millón de muertos, dos millones de heridos, más de 6,5 millones de refugiados en todo el mundo... Y el colapso económico del país y la proliferación de mercenarios.
Son varios los Estados que siguen presionando al Gobierno de Bashar Asad incluso 10 años después. Las sanciones y el bloqueo económico han paralizado la economía siria.
Los ciudadanos de a pie no tienen acceso a medicinas, pan y combustible, y están al borde de una catástrofe humanitaria. A juzgar por las últimas declaraciones del Departamento de Estado de EEUU y del Parlamento Europeo, la presión sobre Siria seguirá.