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Cáncer en Cuba: diagnóstico, tratamiento e historias de vida en la isla

¿Pensaste alguna vez que te ibas a morir? "Al comienzo no, tenía bastante confianza, pero cuando me miré en el espejo fue la primera vez", confiesa a Sputnik el comediante cubano Javier Darío Canales. Sobrevivió al cáncer, que en el 2020 mató cuatro veces más que COVID-19: 10 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Así como a nivel mundial, es la segunda causa de muerte en Cuba, donde cada año se identifican entre 41.000 y 44.000 nuevos casos, revela el Ministerio de Salud. La cartera estima además que el número supere los 52.000 en 2030.
Vencer el cáncer le costó a Canales dos años de intervenciones y tratamientos. Cursaba la carrera de Comunicación Audiovisual cuando le diagnosticaron primero un tumor maligno en el testículo. A priori resultó sencillo tratarlo, contó.
"Pero cuando vi la transformación física, la disminución de mi peso a 54 kilogramos tras perder 24 kilogramos en pocas semanas y me miré en el espejo sin cabello, cejas o pestañas, fue la primera vez en la cual creí que la quimioterapia sería demasiado", recuerda el joven.
La imagen descrita por Canales es la realidad de más de 15 millones de personas diagnosticadas con la enfermedad cada año en todo el planeta. En el caso de la socióloga cubana Massiel Carrasquero, tenía 16 años cuando recibió una noticia "difícil de digerir": cáncer de ovarios.
"Mis padres se derrumbaron como castillos de naipes. Aún recuerdo la urgencia de la operación para neutralizar la hemorragia, las dos aplicaciones de la anestesia general y el momento en el cual desperté llena de tubos", relata a Sputnik. Salió del hospital con la única certeza de que el tratamiento con quimioterapia y radiación sería muy duro de atravesar.
"Me puse pañuelos de colores para tapar las consecuencias más visibles de esos procedimientos. No dejé de estudiar, ni de salir con mis amigos, enamorarme u otras cosas propias de la edad, pero ser madre solo será posible con la ayuda de un tratamiento de fertilidad", lamenta la socióloga.

Dos años de lucha contra el cáncer

Luego de un mes y una cirugía, Javier Darío estaba en perfectas condiciones. Su mayor afectación era emocional pues conocía las implicaciones y las posibilidades de una recaída con esa enfermedad. "Sobre todo por la ubicación del tumor en un área periférica que, según los doctores, tiende a reproducirse en otros lugares cercanos a órganos vitales", recuerda.
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Eso fue precisamente lo que sucedió. Casi dos años después experimentó un dolor muy fuerte en la espalda, el cual confundió con síntomas asociados a una hernia discal en la columna o a algún padecimiento muscular. Con regularidad acudió a centros de salud cubanos para inyectarse espasmoforte —rompe el círculo espasmo-dolor-espasmo— pues era lo único que lo sedaba.
"Acudí al Hospital Nacional de La Habana para realizarme una tomografía y consultar con el especialista en ortopedia. Tras ese procedimiento, las especialistas en radiografía me hicieron un ultrasonido, me miraron y dijeron: tienes que ir para el Oncológico ahora mismo, buena suerte. Colocaron los resultados en un sobre sellado y me fui", evoca.
La causa de los dolores era un tumor bastante grande en la zona retroperitoneal, detrás del estómago que comprimía la columna. El único medicamento que calmó el malestar fue la morfina: una dosis de 40 miligramos cada cuatro horas y como consecuencia paró su proceso digestivo, aumentaron los vómitos y todo el tiempo se sentía somnoliento.
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"Es una prioridad de los médicos del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología mantener a los pacientes lo más alejado del sufrimiento posible durante el tratamiento. Empecé con un esquema de quimioterapia bastante agresivo: siete sueros al día durante cinco días a la semana, en un proceso de seis sesiones de esa primera quimioterapia", puntualiza el joven de 26 años.
No podía comer casi nada y más que los alimentos Javier Darío extrañaba la sensación de hambre y sed. Perdió además de grasa, mucha masa muscular, tenía dificultades para levantarse y caminar. "Mi cuerpo se rebelaba contra mí y yo perdía el control. Estaba consciente de que los que peor estaban eran las personas a mi alrededor: mi familia y mi pareja".
"Siempre pienso en la quimioterapia como una apuesta, una carrera en la cual el tumor o tú resultan vencidos. Lo primero que desapareció fue el dolor porque al encogerse dejó de presionar la columna. Pero, algo muy fuerte fue dejar la morfina. Experimenté la abstinencia por una semana y me dije que si las dolencias regresaban no iba a tomar más opiáceos", asegura.

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A los 22 años, tras seis años libre de cáncer, Massiel salió embarazada. Sin embargo, nueve semanas después le detectaron metástasis en un ovario. Comenzó nuevamente el ciclo: turnos médicos, operaciones, quimioterapia más agresiva, sesiones de radiación más intensa, pérdida de peso y miedo.
"Recuerdo puntualmente el dolor en los brazos por los huecos que te hace el trocar o aguja. Mi pareja de entonces tenía que cargarme del baño para el cuarto porque no tenía fuerzas. Me miraba al espejo sin pelos e hinchada. Pero continúe con mis estudios, terminé una carrera universitaria y me declararon libre de cáncer", explica la joven.
Es válido señalar que, a juicio de los expertos, el paciente oncológico no está de alta definitiva luego del tratamiento inicial. Precisa siempre de un estudio sistemático junto a sus médicos de cabecera, incluso, pasado un lustro sin darse ningún evento de recaída. Por tanto, recomiendan la visita a los profesionales de la salud una vez al año.
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Tratamiento del cáncer en Cuba

Las vacunas cubanas CIMAvax-EGFhr y racotumomab (Vaxira) constituyen tratamientos de inmunoterapia empleados para el cáncer de pulmón de células no pequeñas en etapas avanzadas de la enfermedad. Ambas inducen la producción de anticuerpos y la reducción del tumor de manera considerable.
Aunque sus mecanismos son diferentes, ambas vacunas ofrecen la posibilidad de convertir el cáncer avanzado en una enfermedad crónica controlable. Son indicadas a pacientes ya sometidos a quimioterapias o radioterapias y que están considerados terminales sin alternativa terapéutica. El procedimiento ayuda a controlar el crecimiento de la neoplasia sin toxicidad asociada y aumenta la expectativa y la calidad de vida de los afectados.
CIMAvax-EGFhr está registrada en cinco países, mientras que Vaxira está reconocida, además, en Argentina. Otro medicamento como el anticuerpo monoclonal nimotuzumab (CIMAher) —tratamiento combinado con radioterapia o quimioterapia para el cáncer de células escamosas de cabeza y cuello en estadios avanzados— posee seis indicaciones de registros sanitarios en Cuba.
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En Cuba hay 42 servicios de oncología, nueve servicios de radioterapia y otros tantos de oncopediatría y 25 de medicina nuclear. Los médicos de familia —profesionales de la salud de la atención primaria— pueden detectar posibles casos de cáncer, conducir al paciente por el sistema hasta la confirmación histológica y el procedimiento en los niveles secundarios y terciarios.
Generalmente, las personas llegan con el diagnóstico a los oncólogos, ellos completan el estadiamiento —clasificar la extensión y gravedad de una enfermedad tumoral maligna—, etapa clínica y la definición de la conducta terapéutica. Le comunican al paciente y a la familia la patología y responden preguntas sobre la expectativa de vida y la eficacia de los tratamientos.
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Los especialistas argumentan que es una etapa compleja pues muchas veces se deprimen o perciben que están condenados a muerte. De ahí que la estrategia del sistema de salud cubano en estos casos contempla el apoyo psicológico, el tratamiento sintomático y las ayudas técnicas para mejorar su calidad de vida.
La detección y el procedimiento resultan procesos costosos ofrecidos de manera gratuita en la nación caribeña. Algunos son los exámenes de laboratorio: indicadores hemoquímicos y hematológicos, marcadores tumorales, exámenes de imágenes —rayos X, ultrasonido, tomografía, resonancia—, el examen patológico y la cirugía —diagnóstica y terapéutica—.
Tipo de cáncer, estadio en el momento de la detección y la respuesta a los tratamientos son tres factores que inciden en la esperanza de vida de los enfermos, tras ser evaluados por grupos multidisciplinarios integrados por oncólogos, patólogos, cirujanos, imagenólogos, algún profesional de una especialidad afín, psicólogos y nutriólogos.
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En Cuba el cáncer de piel es el más frecuente en hombres y mujeres. También entre los hombres predominan los cánceres de próstata, pulmón, labio-cavidad bucal y faringe; en mujeres: mama, pulmón y colon. Dentro de los factores de riesgo modificables están: el hábito de fumar —relacionado con más de 16 tipos de cáncer—, la obesidad y la exposición al sol.
Actualmente, existen más de 50 ensayos clínicos y 21 sitios clínicos para la investigación en cáncer: anticuerpos monoclonales, vacunas terapéuticas, programa de biosimilares, intervenciones poblacionales, programa de genéricos y validación de medicamentos esenciales.
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