La especialista señala que durante los primeros días de la adaptación del organismo a la vida sin carne pueden producirse hinchazones y flatulencias. Posteriormente, la transición a una dieta vegetariana trae consecuencias como la falta de vitaminas D y B12, yodo, fósforo y calcio.
Además, se deteriorará la calidad de los dientes, habrá riesgo de que el pelo empiece a caerse y de que la piel se reseque. También pueden haber problemas con las uñas, ya que se vuelven frágiles.
"También hay un mayor riesgo de anemia. Eso significa que sufrirás de falta de aliento, falta de energía, somnolencia y, en general, te cansarás más rápido", advirtió a Sputnik Korableva.
Al mismo tiempo, la experta subrayó que una dieta vegetariana no siempre conduce a consecuencias tan desafortunadas.
"Hazte pruebas una vez cada seis meses: por ejemplo, un análisis básico de sangre y de orina. Controla el nivel de ferritina, el hierro sérico y otras sustancias en la sangre", recomendó la nutricionista.