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Afganistán, un enigmático país con un duro destino

La guerra en Afganistán es la más duradera de la actualidad. Los combates se desarrollan desde hace más de 40 años. Y no es algo inusual, pues, excepto durante cortos períodos de paz, el país ha estado en guerra durante toda su historia. Casi todas las generaciones de afganos nacieron y murieron entre hostilidades.
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Sputnik te habla sobre este insólito país y sobre su duro destino.
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Es difícil imaginarse un país con condiciones geográficas más complicadas y menos adecuadas para la prosperidad económica que Afganistán. La mayor parte de su territorio es montañoso, y sus tierras no son fértiles. Además, es complicado extraer del subsuelo los recursos minerales, y el clima continental no es propicio para la vida.

En la foto: los lagos de Band-e Amir en las montañas de Hindukush, en la región central de Afganistán.

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Según el PIB per cápita, Afganistán ocupa el lugar 178 y es uno de los diez países más pobres del mundo. Aquí no se produce casi nada, excepto drogas, de las que proviene el 60% de la renta nacional.

En la foto: una mujer afgana recoge flores de azafrán en el campo en la periferia de Herat.

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No obstante, a pesar de la aparente falta de atractivo de este país para los invasores, todos los grandes imperios, empezando por el de Alejandro Magno, intentaron conquistarlo.

En la foto: niños afganos atraviesan un canal en la periferia de Jalalabad.

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Los ingleses entraron tres veces en Afganistán. La Unión Soviética y EEUU también probaron aquí sus fuerzas. Pero todos estos intentos fracasaron.

En la foto: los picos del Pamir en la provincia de Badajshán.

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El motivo detrás de la atención por este montañoso país de difícil acceso es su situación geográfica. Afganistán se considera una intersección de Eurasia, y no sin razón. Desde un punto de vista político y militar, se ubica en un sitio cómodo.

En la foto: un anciano afgano en el patio de una casa en la parte antigua de Herat.

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Pocos países del mundo tienen semejante importancia estratégica. La presencia militar en Afganistán da la oportunidad de ejercer presión sobre China, la India, Pakistán, Turquía, todo Medio Oriente y Asia Central, y a través de esta última, sobre Rusia.

En la foto: los habitantes de la provincia de Bamiyán y varios activistas en el lugar donde se alzaba una de las enormes estatuas de Buda, en el 20 aniversario de su derribo por los talibanes.

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Gracias a su situación geográfica, Afganistán se ha convertido en el centro de muchas corrientes mágicas y religiosas.

En la foto: la vista de Herat.

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Velomares anclados en el lago de Band-e Amir en la parte central de Afganistán.

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Actualmente, el 90% de los afganos son musulmanes sunitas.

En la foto: vecinas de Kabul en una de las calles de la ciudad.

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Algunos afganos son miembros de órdenes y de sectas sufíes.

En la foto: el lugar en la provincia de Bamiyán donde los talibanes destruyeron enormes estatuas de Buda.

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La rama chiita del islam predomina entre los hazaras de Hazaradzhat, parte de las tribus pastunes, algunos clanes de tayikos y los habitantes de Herat.

En la foto: creyentes junto a la mezquita Jami en Herat durante la celebración del Eid Al Adha.

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En las montañas al nordeste del Pamir viven los ismaelitas, adeptos de una de las corrientes del chiismo. En Afganistán hay también cristianos, así como algunos grupos de budistas y zoroástricos.

En la foto: una de las dos enormes estatuas de Buda en el valle de Bamiyán del siglo VI, derribadas por los talibanes en 2001. Foto de archivo, 1997.

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Tras la llegada de los talibanes al poder, la situación de los cristianos en Afganistán se ha agravado drásticamente. Hoy en día, en este país no hay ni una sola iglesia activa, y pocos cristianos (según diferentes estimaciones, de 500 a 8.000 personas) profesan secretamente su fe.

En la foto: un niño anda por un campo de amapolas en los alrededores de Jalalabad.

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Los terroristas, que llegaron al poder, anunciaron que el país se regirá por las leyes shariá, lo que supone la renuncia a muchos logros de la civilización. Es evidente que la situación de las mujeres, que últimamente lograron acceso a la educación, será más difícil.

En la foto: la vista de Bamiyán a través de un nicho que queda tras el derribo de la enorme estatua de Buda.

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Para las mujeres, el gobierno de los talibanes significa el fin de sus libertades. No podrán estudiar, trabajar ni salir a la calle sin ser acompañadas de un hombre. Hay también recelos de que las jóvenes afganas se casen contra su voluntad con los combatientes.

En la foto: el antiguo monasterio budista en los alrededores de Jalalabad.

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