Un fenómeno que "trasciende el modelo de ocio" porque, según dijo, "estamos hablando de valores que inciden en lo que es el sentimiento de respeto a la autoridad, empezando por la propia educación", para a continuación reclamar una reflexión sobre el respeto a los profesores y a todo aquel que represente la autoridad.
Pronunciaba estas palabras después de que, en la madrugada del 29 de agosto, 15 personas fueran detenidas en San Sebastián por lanzar botellas a la Ertzaintza —policía vasca— cuando los agentes trataban de hacer cumplir las restricciones de la pandemia que impiden aglomeraciones.
País Vasco y Cataluña
Una constante este verano en el País Vasco por la suspensión de las fiestas patronales que, como en el resto de la geografía española, se suceden en estos meses; en los que además los locales de ocio nocturno sufrieron importantes restricciones en sus horarios de apertura y sus aforos permitidos.
De hecho, también el 29 de agosto, en la localidad cántabra de Noja, la Guardia Civil trataba de disolver un macro botellón —botellón es el término utilizado en España para las concentraciones de jóvenes bebiendo alcohol en la calle— de 2.000 personas.
La intervención terminaba con 18 detenidos de entre 16 y 22 años, muchos de ellos llegados desde el País Vasco, y numerosos destrozos en el mobiliario urbano.
Un panorama similar se encontraron los agentes que acudieron en la madrugada del 1 de septiembre a la localidad vizcaína de Plentzia, donde ese día se celebraban los San Antolines.
Allí fueron recibidos con una lluvia de botellas, sillas y otros objetos, además de insultos que se saldaron con la detención de un menor y dos adultos de 21 y 25 años.
En Cataluña, el otro epicentro de este tipo de incidentes, estas manifestaciones dependieron de los toques de queda que comenzaron a mediados de julio en las localidades con mayor número de contagios.
Sin embargo, en los lugares en los que no regía esta norma, las escenas de miles de jóvenes agrupados bebiendo alcohol en las playas mediterráneas pasaron a ser una estampa habitual del verano.
En Barcelona, se registraron serios incidentes en las fiestas de los barrios de Sants y Gràcia y la policía catalana —Mossos d'Esquadra— prepara un dispositivo especial para La Mercè, las fiestas de la ciudad, que se celebran a finales de septiembre.
8 de julio 2021, 12:56 GMT
Polícia incapaz
Desde el sindicato mayoritario de la Policía vasca, Erne, su portavoz, Roberto Seijo, indicó a Sputnik como uno de los motivos de la extrema violencia vivida en alguno de los incidentes "la falta de respuesta institucional. Tanto por la prevención como por la disolución de esas aglomeraciones, que se da con un pequeño número de agentes", explicó.
A su juicio "esto lleva a los grupos de jóvenes a ver que la Policía es incapaz de disolverlos, lo que hace que se incremente el fenómeno de violencia contra los agentes en esas intervenciones", señaló el portavoz sindical que también reclama una intervención de la Fiscalía para actuar con contundencia contra este fenómeno.
Otro de los colectivos interpelados por este fenómeno es el de los bares de copas y discotecas, que sufrió las mayores restricciones de toda la hostelería, ya que en muchos casos las limitaciones horarias hacían imposible su actividad.
El cierre de parte de estos locales, junto con las buenas temperaturas de las noches de verano en España, arrastraron a muchos jóvenes españoles a montarse sus propias fiestas improvisadas en parques o playas durante todo el verano.
Más locales, menos botellones
Desde la agrupación 'España de Noche', que reúne a locales de toda España, su portavoz Vicente Pizcueta, confesó sentirse seguro de que "a las Policías Municipales de todas las ciudades españolas no les vendría mal que un porcentaje relevante de ese público que sale por las noches tuviera un local donde cenar por la noche, bailar o escuchar música", dijo.
Consideró el portavoz de los locales nocturnos en conversación con Sputnik que "España es un país de gente sensata", a tenor de la respuesta ante las vacunas; sin embargo, "la inacción de la Administración" llevó a su juicio a las escenas vividas este verano.
Para Vicente Pizcueta, "cuando existe una oferta reglada, la gente puede escoger. Y para un perfil superior a los 25 años, el botellón es una opción muy marginal".
No obstante, este portavoz también citó otros elementos que favorecieron la explosión de este fenómeno como el hecho de que se levantara el toque de queda un sábado por la noche, coincidiendo con las fiestas de graduación, además de la tensión social provocada por las consecuencias del COVID-19, que fomentaron los brotes violentos.
Un problema que quedó irresuelto y para el que muchos políticos confiesan estos días que queda poco, porque dentro de unas semanas volverá el curso escolar en institutos y universidades. Una de los efectos colaterales inesperados de esta pandemia, al que las autoridades no supieron dar respuesta.