La defensa de Iparraguirre llegó a un acuerdo con la Fiscalía, según informa la prensa española, por la cual esta rebajó su petición inicial de 27 años y pasó a reclamar nueve años por delitos contra la Corona con finalidad terrorista y seis por un delito de depósito de armas de guerra.
La sesión, celebrada este martes, apenas duró seis minutos dado el acuerdo previo entre las partes, y se limitó a la lectura anticipada de la sentencia.
Este pacto supone un cambio de actitud de los acusados etarras y sus defensas, dado que son conocidos los incidentes en las salas de vistas protagonizados por los terroristas en los últimos años, en los que se limitan a manifestar que no reconocen a un tribunal español o a reivindicar la acción terrorista.
Según el escrito de conclusiones de la Fiscalía, Soledad Iparraguirre ordenó cometer el atentado a dos miembros de ETA, ya condenados por los hechos, en una fecha indeterminada cercana a septiembre de 1997 .
El asesinato, según este texto, se llevaría a cabo "siempre y cuando ello no implicara el riesgo de afectar a personas ajenas al aparato del Estado, en cuyo caso se limitarían a atacar el museo con la finalidad de destruirlo por medio del lanzamiento de granadas".
El desenlace de la historia es bien conocido por la sociedad vasca: en los días previos a la inauguración del Museo, cuando la zona era un ir y venir de operarios dando los últimos retoques, los dos terroristas camuflados de jardineros fueron sorprendidos por dos miembros de la Policía vasca, Ertzaintza.
Antes de emprender su huida dispararon y mataron a uno de los agentes, Txema Aguirre, que da nombre ahora a la plaza de entrada a la conocida pinacoteca.