Putin y Shoigú visitaron la reserva natural Sayano-Shúshenski, donde disfrutaron de las montañas, caminaron por el bosque, dieron un paseo en un barco de motor y fueron a pescar. El presidente tuvo la suerte de capturar un lucio.
Durante su viaje a la taiga, Putin y Shoigú incluso se toparon con una manada de ciervos.
"¡Estaban a punto de derribarnos!", confiesa Putin. Agrega de broma que estos animales "no tendrían rival" en los JJOO.
Esta no es la primera vez que el mandatario ruso descansa en Siberia en compañía de Shoigú. En marzo, el ministro de Defensa le enseñó un taller que usa para hacer artesanías a partir de árboles secos.