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La cueva española que sorprende desde hace 25 años a investigadores de todo el mundo

El yacimiento de la cueva de El Mirón (Cantabria) cumple un cuarto de siglo. Un periodo en el que se ha convertido en uno de los referentes de la arqueología europea. A su vez, un impulso para la economía de Ramales de la Victoria.
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El río Gándara zigzaguea entre las cumbres de la Cordillera Cantábrica. Antes de ofrecer su caudal al río Asón en la localidad cántabra de Ramales de la Victoria, la corriente bordea el Monte Pando. Una cima de escasa altura si se compara con los picos que recortan el cielo más al oeste. No obstante, el accidente geográfico se engrandece bajo la frondosa superficie. Su composición de piedras solubles en agua ha generado un laberinto de galerías en sus tripas. Recovecos pétreos en los que el ser humano se ha guarecido durante milenios de años.
A principios del siglo XX el padre Lorenzo Sierra caminaba por las laderas del Monte Pando. El religioso, una de las figuras claves de la investigación arqueológica en Cantabria, halló en 1903 la cueva de Covalanas junto al arqueólogo Hermilio Alcalde del Río. Se trataba de la segunda gruta con pinturas rupestres descubierta en la cornisa cantábrica tras Altamira. Pero, no fue su único logro como explorador. Sierra encontró a poca distancia otra cavidad. Sin embargo, le generó una impresión muy distinta a la que tuvo al explorar Covalanas. "Comentó que la cueva estaba completamente revuelta. Es más, en 1914, investigadores que entraron en el lugar aseguraron que parecía un corral de ovejas y cabras", explica el arqueólogo especializado en el periodo final del Paleolítico y profesor de la Universidad de Cantabria Manuel González Morales a Sputnik Mundo. Ese refugio animal era la cueva de El Mirón.
Cueva de El Mirón (Cantabria)
González era conocedor del relato de Sierra sobre la galería. Hasta aquel momento, el investigador había trabajado en los yacimientos del cauce bajo del río Asón, en el área de las Marismas de Santoña. No obstante, tanto él como su colega Lawrence G. Straus, preveniente de la Universidad de Nuevo México, querían adentrarse en la montaña. "Buscábamos un yacimiento en la zona interior que nos mostrase cómo vivía la gente en la época del gran cambio climático, ocurrido hace 14.000 aproximadamente. Nos interesaba saber si la gente del valle del Asón se movía entre el mar y la cordillera", comparte.
En su búsqueda, los expertos pensaron en la cueva del Valle. Pero, esta había sido arrasada por furtivos ávidos de tesoros del pasado. Entonces, la historia de Sierra se presentó en la mente de González. Aquel corral podría ser la respuesta. "La leyenda contada sobre la cueva fue la que le protegió del furtivismo arqueológico. Tras limpiar la superficie, tan solo había una única caza arqueológica aficionada. El resto estaba intacto. Eso nos dejó una secuencia de rastros que iba desde inicios de la Edad de Bronce hasta los neandertales", destaca el investigador.
En 1996 comenzaron las excavaciones en la cueva de El Mirón, conocida entre los lugareños como la cueva del Francés o la cueva de Los Gitanos. Un destacamento de arqueólogos de distintas partes del mundo arribaron a la cavidad con el objetivo de extraer toda la información depositada en sus paredes. De pronto, estadounidenses, ingleses, franceses o japoneses llegaron a calles de Ramales de la Victoria, municipio en el que se ubica el yacimiento. Una situación que se repitió verano tras verano.
Excavación de la cueva de El Mirón (Cantabria)
Cada estío la arqueología agitaba la vida de esta localidad de apenas 3.000 habitantes. Los estudiosos excavaban en la roca, pero también alquilaban viviendas, hacían la compra en las tiendas y comían en los restaurantes. Por el día, era momento de la cueva. Por la noche, tocaba el bar. "Poco antes de llegar nosotros el pueblo había perdido su única industria, una fábrica de tornillos. Era una población de montaña muy deprimida. Que cada verano llegase una tropa de personas se notaba mucho en el pueblo", señala González, quien resalta que también contaban a los propios vecinos qué hacían en la gruta.
Su presencia puso a Ramales de la Victoria en el mapamundi. Atrajo la atención de la prensa e incluso impulsó las visitas a la cueva de Covalanas, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. También a la cueva de Cullalvera.

"Todavía recuerdo que el tercer año de estar allí, un señor mayor se acercó y me dijo que había que darnos las gracias porque el pueblo apareciese en las noticias y no solo en la página de sucesos", ríe González.

La importancia de la cueva de El Mirón

La existencia de comunidades humanas en la caverna no es de extrañar. A pesar de sus dimensiones reducidas, la cueva de El Mirón se abre al exterior a través de una boca de más de 20 metros de altura. Una salida que apunta hacia el cruce del río Asón con sus afluentes desde un promontorio a 150 metros sobre el fondo del valle. "Domina un amplio territorio", subraya González. Además, al estar orientada al oeste, el sol entra hasta el fondo por la tarde. Su estructura hace que esté protegida de los vientos y es muy seca, por lo que apenas hay goteo. Las condiciones de habitabilidad del lugar eran las adecuadas.
Desde 1996, estrato a estrato, los arqueólogos datan las ocupaciones de la gruta. "En un principio, recuperábamos información frotando con agua con una malla muy fina en los sedimentos de la cueva. Esto nos permitía descubrir restos minúsculos de fauna o flora, además de las propias marcas de los usos. Con el paso del tiempo se automatizó la recolecta de datos y etiquetado. Las técnicas cambian cuando se trabaja sobre terreno", explica. Las muestras viajan al laboratorio, donde se analizan los materiales. Allí se estudia la distribución espacial de estos. De esta forma, se establece el tipo de asentamiento al que pertenecen.
Vistas de los suelos de los campamentos magdalenienses en la entrada de la cueva
Tras 25 años de trabajos en el yacimiento, el resultado es una secuencia estratigráfica de 48.000 años de prehistoria. Habitantes del Neolítico, Calcolítico o Edad de Bronce utilizaron la cueva de El Mirón. Periodos de los que existían pocos registros de ocupación en Cantabria. Además, rescataron de la tierra la escápula de una cierva decorada y un posible bóvido de hace 17.000 años. También el testimonio de cereales más antiguo de la cornisa cantábrica. En las paredes se vislumbraron una serie de grabados del Magdaleniense Inferior o Medio.
No obstante, la joya de la corona de la cueva de El Mirón es la Dama Roja. Descubierta en 2010, se trata de los restos de una mujer que vivió hace 18.700 años. El término procede del tinte de los huesos, dado por el estrato de ocre rojo y hematites en el que aparecieron. En su momento, el único enterramiento del Magdaleniense hallado en la península ibérica.
Vistas de los suelos de los campamentos magdalenienses en la entrada de la cueva
Los análisis revelaron que la Dama Roja midió en torno a 1,6 metros, tuvo una dieta mixta, padeció intolerancia a la lactosa y falleció probablemente en verano. Además, se averiguó que era de piel negra, ojos oscuros y pelo rizado. Pero, la genética no solo desveló datos sobre la mujer. El estudio de los restos permitió ampliar la información existente sobre el genoma de las poblaciones del Magdaleciense. Así, se relaciona a la Dama Roja con individuos de Francia, Bélgica o Alemania, varios milenios posteriores a esta. "Esta coincidencia nos indica que las penínsulas del sur de Europa sirvieron de refugio para los individuos que escapaban del frío durante la época glacial. Los descendientes de la Dama Roja volvieron a dirigirse al norte del continente una vez mejoraron las condiciones, por ello comparten características genéticas", comenta González. Sus restos ayudaron a trazar el mapa de rutas migratorias de la población del Paleolítico.
En un cuarto de siglo de la apertura del yacimiento, la cueva de El Mirón ha sido punto de partida de más de 160 artículos científicos y un libro. A nivel técnico, más de 200 muestras datadas por el método del carbono 14. No se descarta que la cifra crezca en los próximos años. "Los hallazgos de la caverna han aportado datos a numerosas investigaciones en todo el planeta. Espero que podamos seguir repitiendo el juego", desea.
Monte Pando (Cantabria)
La última excavación perpetrada en el lugar fue en 2013, aunque se espera volver en 2022. En el vigésimo quinto aniversario del trabajo arqueológico en la cueva de El Mirón, Ramales de la Victoria acogerá los trabajos de los investigadores. Se programarán charlas con expertos, entre ellos, González. "Manolo", para los vecinos de la localidad. "Es uno más del pueblo", destaca Diana, trabajadora de la Oficina de Turismo Asón-Agüera-Trasmiera.
La mujer comenta que Ramales de la Victoria es el municipio de Europa con mayor cantidad de arte rupestre por kilómetro cuadrado. La cierva de Covalanas es uno de los símbolos de la población. Junto a esta, la Dama Roja, que nombra a una competición deportiva y a una calle. Tesoros de un legado oculto en las entrañas de la tierra. Un botín milenario desenterrado y revalorizado por una tropa de arqueólogos llegados en 1996. Un conjunto que insufló vida a un pueblo aprisionado entre las verdes montañas de la Cordillera Cantábrica.
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