"La recomendación sería no realizar los carnavales porque van subiendo las cifras (de contagios) y eso asusta; en cada departamento, las cifras están aumentando", dijo en rueda de prensa la ministra de Culturas, Sabina Orellana.
Las celebraciones, que antes de la pandemia duraban en algunas regiones hasta tres meses incluyendo largos ensayos de desfiles folclóricos, generan un importante movimiento económico por la llegada de turistas, especialmente al Carnaval de Oruro, el más famoso de Bolivia y reconocido como patrimonio de la humanidad.
Orellana hizo la declaración mientras varios gobiernos regionales, presionados por grupos a favor y en contra de las fiestas de carnaval, demoraban decisiones definitivas pendientes de la evolución de la pandemia, cuya cuarta ola de contagios tiene al país en estado de emergencia sanitaria desde el mes pasado.
"Nosotros vamos a respetar la autonomía de cada departamento, de cada municipio, si dicen no realizar (el carnaval), nosotros vamos a estar, y si dicen realizar, vamos a estar también", dijo la ministra.
Sobre el carnaval de Oruro, que ha sido confirmado y suspendido sucesivamente varias veces desde noviembre pasado, Orellana afirmó que no tenía conocimiento oficial de las medidas que debatían la alcaldía de la ciudad y la gobernación del departamento homónimo.
Añadió que, en todo caso, el Gobierno exigirá que se cumplan las medidas de bioseguridad, incluida la exigencia de presentación de carnet de vacunación o prueba PCR negativa de COVID-19 para ingresar a lugares públicos.
La exigencia de ese carnet está actualmente en suspenso y será repuesta a partir del 26 de enero, según anunció el Gobierno.
Las celebraciones principales del carnaval de este año en Bolivia están previstas entre el 26 de febrero y el primero de marzo.
Bolivia ha registrado en la última semana picos de hasta 11.000 nuevos contagios diarios de COVID-19, que casi triplican los máximos de olas previas de la pandemia.