Se dice que las habichuelas representan el rojo de la bandera nacional; el arroz, el blanco, y de manera figurada, la carne de que se trate, representa el azul, dijo a Sputnik la escritora cubana Mirtha González, afincada hace más de una década en Santo Domingo.
El plato tiene sus primos hermanos en Ecuador, donde fue bautizado igual, y en Venezuela, el famoso pabellón criollo, apunta la autora de novelas para jóvenes como La noche en el bolsillo, título que también identifica a su blog personal.
Los tres combinan a la perfección, arroz, carne, frijoles, y alguna guarnición.
Bandera, coscón y víveres
Lo más normal es que los dominicanos "izen" la bandera a la hora del almuerzo.
"Al que aquí se le llama comida, ya que la nocturna es cena", precisa González.
La mayoría de los quisqueyanos prefiere la bandera y por lo general lo consumen todos los días.
Para la cena dejan las viandas, que en la lengua gastronómica local son identificadas como víveres.
"Otra curiosidad de los gustos alimentarios de pueblo que habita la parte oriental de la isla de La Española es su predilección por el coscón", recuerda la literata.
Se trata de la porción de arroz que al cocerlo queda pegada al fondo de la cacerola, y en otros lugares como en su Cuba natal le llaman raspa.
Como un desdeño a la modernidad representada por las ollas arroceras eléctricas, en la mayoría de los hogares dominicanos se sigue cocinando el cereal en calderos de hierro, porque sabe mejor, según el gusto popular.
Un poco de historia
El plato surgió durante un triste período de la historia dominicana conocido como "España Boba" (1809-1821), cuando ante una crisis económica muy profunda, con carencia hasta de lo más elemental, los dominicanos debieron comer lo poco que producían: frijoles, arroz y la carne de los hatos ganaderos del país, reseña González quien ha bebido en las fuentes de la cultura de su país adoptivo.
El plato nacional refleja para el pueblo dominicano una expresión de su integración multicultural y mestiza al ligar el arroz, originario de Asia y las habichuelas suramericanas con la carne (vacuna y porcina) traída por los europeos.
La primera intervención norteamericana (1916-1924) constituyó una época decisiva para que el arroz con habichuelas y carne terminara de sustituir en el gusto popular a los víveres y tubérculos, según el criterio autorizado de Bolívar Troncoso, presidente de la Fundación Sabores Dominicanos y del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH).
Muchos soldados de la ocupación provenían de Luisiana, zona arrocera del sur de Estados Unidos con un gran consumo de este cereal, que combinaban con frijoles, señaló el experto en declaraciones al local Listín Diario.
Los militares norteños realizaron una campaña para estimular el consumo de arroz. Entonces el maridaje del grano blanco con las habichuelas y la carne sustituyó los almuerzos a base de víveres, y al propio tiempo se adaptó a los sazones y sofritos nacionales.
Congéneres hispanoamericanos
Además de sus citados parentescos con platillos muy populares de Ecuador y Venezuela, la bandera quisqueyana tiene otros congéneres en Hispanoamérica, reseña la publicación especializada Cocina Dominicana.
En México le llama "comida corrida", a una combinación varios platos servidos en sucesión: sopa, plato principal y postre.
Los colombianos tienen su "corrientazo", en alusión a un almuerzo corriente. Normalmente empieza con una sopa o frutas, seguidos por el plato principal —res, pollo o pescado acompañado de arroz, frijoles, plátano y ensalada—, y rematado por el postre.
En ambos casos se diferencian de la bandera en que los diferentes platillos se sirven por separado.
Otros países del mismo entorno apelan a la denominación "plato del día" o "menú ejecutivo", casos de Chile y España entre los más conocidos.
Para los puertorriqueños es una "mixta", los peruanos le dicen "el menú" y los cubanos "completa".
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