Durante la pandemia de coronavirus,
América Latina recibió millones de vacunas del extranjero. Los Gobiernos de la zona confiaron en que, la mayoría, se importaría desde
Estados Unidos, su gran aliado estratégico. La historia, sin embargo, fue distinta.
Casi el 50% de la población latinoamericana —incluyendo las naciones del Caribe— fue inoculada con dosis fabricadas por China y Rusia, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El dato es un botón de muestra del gran avance que han tenido los rusos y los chinos en Latinoamérica, una región que, coloquialmente, ha sido conocida como "el patio trasero" de Estados Unidos.
El acercamiento de Moscú y Pekín a la región lleva ya varios años sucediendo, pero puede ser acelerado debido al gran poder que ha adquirido la izquierda en las economías latinoamericanas, aseguran en entrevista expertos consultados por Sputnik.
Los intercambios comerciales entre China y América Latina han tenido un crecimiento sostenido en el último lustro. Según datos oficiales de la República Popular China, en 2021 el comercio entre el país asiático y la región se incrementó en un 41,1% respecto al 2020.
Se trata de un valor histórico que significó transacciones por más de
450.000 millones de dólares,
posicionando a
Pekín como el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe después de Estados Unidos. En el 2000, el intercambio comercial entre ambas partes fue de 10.000 millones de dólares. El crecimiento ha sido exponencial.
Andrés Manuel López Obrador en México. Gabriel Boric en Chile. Alberto Fernández en Argentina. Gustavo Petro en Colombia. Nicolás Maduro en Venezuela. Luis Arce en Bolivia. Xiomara Castro en Honduras. Miguel Díaz-Canel en Cuba. Y, posiblemente —si las encuestas son atinadas— Lula da Silva en Brasil en un mes. Todas ellas son izquierdas diferentes. Algunas, las más radicales, como la de Maduro o la de Díaz-Canel, son consideradas enemigas de la democracia por Washington. Otras, en cambio, mantienen una cooperación con los norteamericanos, aunque ya no en los viejos términos. De algún modo, dicen los especialistas, el avance de la izquierda latinoamericana puede ser visto, simbólicamente, como un grito: "¡Ya no somos el patio trasero de Estados Unidos!".
La preocupación entre los círculos de poder occidentales por el ascenso de los líderes progresistas de la región es real. En agosto pasado, el diario alemán
Welt publicó un artículo titulado:
El deslizamiento hacia la izquierda: un problema creciente para Europa. Según el medio, la tendencia izquierdista latinoamericana sólo beneficia a un país:
China.
"El hecho de que las cinco economías más importantes de América Latina puedan ser pronto gobernadas por la izquierda refleja también la gran desconfianza que existe hacia Europa y Estados Unidos. Una evolución que China está aprovechando hábilmente para sus propios fines", reflexiona el autor del artículo, Von Tobias Käufer.
Y es que hay dos tesoros que las grandes potencias anhelan de América Latina: los recursos naturales y la mano de obra. Ese fue uno de los temas principales que se abordaron en la IX Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso), celebrada en la Ciudad de México.
Allí, el sociólogo brasileño Boaventura de Sousa Santos hizo una advertencia: ante el ascenso del imperialismo y el término de un periodo de globalización, se espera un enfrentamiento comercial y político severo entre Washington y Pekín. En esa guerra, dijo, América Latina debe defender sus recursos naturales y sus riquezas desde las calles.
Además, destaca que Pekín no busca invertir en todas las áreas productivas. Sus inversiones, dice, son muy estratégicas, en áreas donde Estados Unidos no ha avanzado en la región, como energías renovables, agua potable o sector tecnológico. Y por supuesto está otra área que ha sido escenario protagónico de la guerra comercial entre China y Estados Unidos: la industria automotriz.
"Para Argentina, China en este momento representa la esperanza ante una situación muy precaria a nivel macroeconómico que está sufriendo. Y es muy cierto que, ene se problema, Argentina no ha tenido mucho apoyo de Estados Unidos por su incumplimiento [de pago al FMI]. Eso lo ha aprovechado China, convirtiéndose en un gran inversor, en un gran socio. Por eso Argentina lo ve como un posible salvavidas", asegura el especialista.
De hecho, el embajador argentino en Pekín,
Sabino Vaca Narvaja, informó que el país sudamericano
ya solicitó al gigante asiático su ingreso a los BRICS, bloque económico integrado por
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
"Es una excelente alternativa de cooperación frente a un orden mundial que ha demostrado estar creado por y para beneficio de unos pocos", declaró el diplomático, en momentos en que Argentina se enfrenta a una larga deuda y a una inflación del 70%.