Algunas instituciones libanesas implementaron el cambio al horario de verano mientras que otras se negaron a hacerlo, resultando en que muchos libaneses han tenido que maniobrar con horarios laborales y escolares diferentes dividiendo al país, que tiene solo 88 kilómetros (55 millas) en su punto más ancho, en zonas horarias distintas.
Muchos políticos e instituciones cristianas, incluida la iglesia libanesa más grande, la Iglesia Maronita, rechazan la medida. El Líbano suele adelantar sus relojes una hora el último domingo de marzo, alineándose así con la mayoría de los países europeos.
Sin embargo, el 23 de marzo, el Gobierno anunció la decisión del primer ministro interino, Najib Mikati, de posponer el inicio del horario de verano hasta el 21 de abril.
No se dio ninguna razón para la decisión, pero un video de una reunión entre Mikati y el presidente del Parlamento, Nabih Berri, filtrado a los medios locales libaneses, mostraba a Berri pidiéndole a Mikati que pospusiera la implementación del horario de verano para permitir que los musulmanes rompieran su ayuno de Ramadán una hora antes.