Ya desde hace 12 años abordé "la nueva guerra gélida por los hidrocarburos del Ártico" cuando "la tripulación rusa de dos submarinos expedicionarios colocó su bandera de un metro de altura y de material anticorrosivo de titanio a una profundidad de 4 mil 200 metros" y agregué que "La posesión del Ártico se volvió un asunto meramente geológico: si Rusia demuestra que 45% del Ártico, donde se asientan las pletóricas reservas de hidrocarburos, constituye la prolongación de las placas Lomonosov y Mendeleyev, muy poco podrán discutir los otros siete países ribereños sobre el contenido de la convención que Estados Unidos se arrepentirá toda su vida de no haber ratificado". En ese momento califiqué de "genial" la jugada geoestratégica de Vladímir Putin, lo cual resultó verídico.
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Luego, hace 11 años expuse que Rusia había nacionalizado "las aguas profundas del Ártico" y aduje que "el verdadero escollo de Rusia radica en conseguir los casi 3 billones de dólares —que equivale a un poco más del doble de su PIB— para desarrollar las reservas del Ártico ruso".
Ya en la navidad del 2017, aduje que "Rusia y China" van "juntos a la conquista del Ártico".

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Resalté que "La Ruta Norteña sino-rusa, en contraste a los canales de Panamá y Suez, ofrece una reducción considerable de casi 40% en la distancia de viaje entre Europa y la costa occidental de Norteamérica, noreste de Asia y Lejano Oriente", mientras que "según WSJ, EEUU no piensa dejar solos a Rusia y a China en su dominio del Ártico a grado tal que planea restaurar una base naval en las islas Aleutianas, no lejos de la costa rusa polar".
Lo más importante es que "según los expertos rusos, EEUU no podrá recurrir a un escenario bélico en el Ártico ya que Moscú cuenta con una flota única de rompehielos y el grupo naval más poderoso de la región".
Muchos años después a mi serie prospectiva sobre el Ártico ruso y su complementariedad con China, Vladímir Putin encabezó el relevante quinto Foro Internacional del Ártico en su ciudad natal de San Petersburgo donde abordó el "desarrollo de la Ruta del Mar del Norte" que tiene como propósito construir un "corredor de transportación global" que llegue a un volumen de carga de 20 millones, además de incrementar la flota de rompehielos de aquí al 2035 que contará con un mínimo de trece, nueve de los cuales tendrán capacidad nuclear, lo cual permitirá la explotación industrial de la Ruta del Mar del Norte como una ruta de transporte estratégico que vinculará en forma directa a Europa con Asia.
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Putin explayó que "la décima parte de todas las inversiones económicas de Rusia se encuentran en la región del Ártico".
En el foro se alardeó que "Rusia es el único país en el mundo con rompehielos con capacidad nuclear".
Vladímir Putin invitó a los socios foráneos de Rusia a "conjugar los esfuerzos para crear encrucijadas de puertos (port hubs) en las terminales de la Ruta del Mar del Norte".
Llama la atención que el mandarín Xi Jinping coloca su madeja de encrucijadas de puertos en el Mar Mediterráneo, mientras que Vladímir Putin dibuja una línea paralela de "encrucijada de puertos (port hubs)" en el Ártico.
The Financial Times (27.04.19), portal británico vinculado a la Banca Rothschild, consagró un extenso artículo a los "poderes polares" y cómo "Rusia intenta la supremacía en el Océano Ártico" cuando el "cambio climático abre las rutas de transporte naviero en el Norte" y "Moscú gasta miles de millones para dominar (sic) la región", en referencia a la Conferencia de marras de San Petersburgo bajo el lema "Ártico: Territorio de Diálogo".
Financial Times aduce que "más allá de sus colosales (sic) reservas de hidrocarburos en su seno, que puede trastocar el mercado energético", su "creciente militarización (sic) ha capturado la atención de las superpotencias". No especifica cuáles son tales superpotencias.
Financial Times comenta que "desde 2013 Rusia ha invertido miles de millones de dólares en construir o mejorar 7 bases militares en las islas y penínsulas a lo largo de la Ruta del Mar del Norte".
La Unión Europea ostenta la mayor flota mercante en el mundo y está dispuesta a cooperar con Rusia en el Ártico, y por extensión con China, mientras que el Pentágono publicará pronto su nueva estrategia en el Ártico.
El canadiense Matthew Ehret asevera, en un muy interesante artículo, que la "ruta de la seda polar de Rusia y China desafían la geopolítica británica".
El geoestratega Vladímir Putin se adelantó a todos, una vez más.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK