Casado fue elegido como líder del PP en 2018 en sucesión del expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuya salida fue forzada por una moción de censura avalada por distintas fuerzas de la oposición al calor de los múltiples casos de corrupción que envolvían al partido.
Pese a relativa juventud, Casado lleva más de 15 años integrado en las estructuras de la formación conservadora.
Ingresó en el PP en 2003 y sólo dos años después fue elegido presidente de las Nuevas Generaciones del partido en Madrid, cargo que ocupó hasta 2013.
En 2007 fue elegido diputado autonómico en Madrid y en 2011 dio el salto al Parlamento nacional como diputado por Ávila, provincia de Castilla y León, de la que procede.
El salto de Casado a la primera línea política se produce en 2015, cuando es elegido vicesecretario general de comunicación del PP por parte de Mariano Rajoy, lo que le permitió tener una gran presencia mediática, siendo habituales sus comparecencias ante la prensa o su participación en medios de comunicación como portavoz del entonces partido del Gobierno.
La férrea oposición al independentismo catalán es uno de los ejes centrales del discurso de Pablo Casado, que además se apoya en una defensa de los valores tradicionales y de la ortodoxia neoliberal en el plano económico.
Aunque la propuesta fue desoída por Sánchez, su mera formulación da una idea de la disposición de Casado para actuar ante el independentismo.
De hecho, a lo largo de la campaña electoral el líder del Partido Popular aseguró en distintas ocasiones que si llega al Gobierno no le “temblará la mano” a la hora de imponer orden en Cataluña, donde propone incluso la ilegalización de los partidos independentistas.
Tras la marcha de Rajoy, el Partido Popular no sólo dejó de ser la formación más votada del país, sino que en la primera cita con las urnas Casado obtuvo el peor resultado en del partido desde su fundación en 1989.
Rajoy se fue dejando al partido con 137 de los 350 escaños que componen el Congreso de los Diputados y la candidatura encabezada por Casado en abril sólo consiguió 66.
El resultado fue tan malo que el Partido Popular estuvo cerca de perder su posición como partido clave del centro-derecha español, ya que una formación joven como Ciudadanos (liberales) se quedó únicamente a 9 escaños de sobrepasarles.
Del mismo modo, en esos comicios el Partido Popular se vio lastrado por la irrupción de la formación ultraderechista Vox.
Los expertos apuntan que imagen de Sánchez está algo más desgastada tras su intento fallido de ser investido en la pasada legislatura y, además, el marco de debate favorece en esta ocasión a las formaciones de derecha tras los disturbios en Cataluña.
Según un sondeo publicado por El Periódico de Andorra —en España está prohibida ya la publicación de estudios electorales a tan pocos días de la votación— el Partido Popular será la segunda formación más votada, obteniendo entre 80 y 85 escaños.
Otras proyecciones publicadas en las últimas semanas otorgaban al PP unos resultados incluso mejores, pronosticando una proyección de escaños cercana a los 100 asientos.
Esto quiere decir que, si el bloque de derechas consigue mejores resultados que el bloque de izquierdas —algo que las encuestas no descartan, aunque en principio los progresistas parten con más posibilidades— Pablo Casado podría incluso salir de los comicios del domingo con posibilidades de ser el próximo presidente del Gobierno español.
Aunque ese no sea el caso, Pablo Casado está llamado a jugar un papel importante en el proceso para la formación del próximo Gobierno de España, ya que, si el ganador de los comicios es Pedro Sánchez, los socialistas buscarán un apoyo directo o indirecto de los conservadores para desbloquear la situación.