John Jairo Vásquez Velásquez, mejor conocido como Popeye, se vendió como el asesino de confianza y mano derecha de Pablo Escobar. Se autodefinía como un hombre desalmado que era capaz de matar a su propio padre por amor al capo del Cartel de Medellín y que por lealtad hacia el Patrón asesinó a unas 300 personas.
"Había mucha zozobra todos los días porque nos acostumbramos a que en cualquier momento se escuchaban las explosiones de las bombas de Pablo Escobar, básicamente en Bogotá porque una de sus últimas estrategias fue imponer el terror en la capital, donde se suponía que estaba el poder central, el gobierno, el Estado".
Juan Carlos lleva en su memoria y en su hoja de vida la cobertura de los episodios más impactantes de la historia de su país, como el atentado con un carro bomba contra el edificio del Departamento Administrativo de Seguridad (el entonces organismo de inteligencia y contrainteligencia de Colombia), la voladura del avión de Avianca, la entrega de Pablo Escobar a las autoridades, su prisión en la cárcel La Catedral, su posterior fuga, el asesinato de Escobar en diciembre de 1993 y la exhumación de su cuerpo una década después, noticia que cubrió en exclusiva con autorización de los familiares.
"Dicen Roberto Escobar (hermano de Pablo) y Nicolás Escobar (su sobrino) que Popeye era el payaso del grupo, que sí estuvo al lado de Pablo, pero no siempre, y que no tenía el grado de confianza que él se atribuyó".
Uno de los primeros puntos que Juan Carlos aclara es que Popeye ni fue el jefe de los sicarios de Escobar ni su asesino de confianza ni mucho menos su mano derecha.
"Realmente Pablo Escobar tenía un círculo muy cerrado donde tomaba las decisiones de sus magnicidios o los atentados que iba a perpetrar, y Popeye, evidentemente, no hacía parte de ese círculo.
"Él ni siquiera recibía órdenes de Escobar, sino que otros superiores recibían órdenes de Pablo y se la transmitían a personas como Popeye".
Giraldo también precisa que mucha de la información de la que habló Popeye, y de la que se hicieron eco muchos medios de comunicación, él no las vivió en persona. "Popeye duró 24 años preso, entonces, muchas de las cosas que cuenta, que dice que sabe, él las escuchó en la cárcel. Él en la cárcel terminó trabajando con sus ex enemigos. Él terminó siendo el sirviente y el mesero de sus enemigos. Me consta porque yo hice algunas entrevistas con los jefes del Cartel de Cali en la cárcel y veía que Popeye era el que nos llevaba los tintos (el café) a la mesa cuando yo conversaba con alias Rasguño, con Iván Urdinola, que eran los jefes del Cartel de Cali del norte del Valle que eran sus enemigos naturales".
La cultura gangsteril
A juicio del periodista Juan Carlos Giraldo Palomo, Popeye se creó su propia historia presentándose como más malvado de lo que era, atribuyéndose más crímenes de los que cometió y hablando de sus supuestos nexos íntimos con Escobar porque vio los jugosos beneficios que traían a sus bolsillos sus escandalosas declaraciones.
"Yo una vez, cuando él recuperó la libertad, lo llevé a Caracol Televisión y lo senté al lado de la hija de la periodista Diana Turbay, una periodista que era hija del ex presidente Julio César Turbay (que fue secuestrada por el grupo Los Extraditables, comandado por Pablo Escobar, y que murió durante su rescate).
"Eso es efecto de la estela cultural que dejó el narcotráfico en Colombia. Hay una cultura mafiosa incrustada en el ADN de la sociedad colombiana, una cultura gangsteril que se ha expresado en la política. A mi modo de ver, nosotros tenemos un narco estado, una narco democracia. Aquí ha habido presidentes que llegaron a la Casa de Nariño por el narcotráfico, ha habido presidentes con vínculos directos con Pablo Escobar, el Congreso ha contado en estas décadas con decenas de representantes del narcotráfico y, eso, indudablemente se ha trasladado a los medios de comunicación que han ido involucrando en su actividad diaria una idea de país que tiene mucho que ver con la cultura mafiosa. Aquí se impuso la cultura de coronar, de ganar fácil y rápido el dinero.

Para Juan Carlos, la exaltación de personajes como Popeye y la tergiversación de la historia debería llevar al periodismo colombiano a una profunda reflexión.
"Cometimos un gravísimo error que fue ponerle micrófono a una persona para que se despache a hablar contra otra y nunca corroborar, nunca contrarrestar. Como lo decía Popeye ya era suficiente".
Entonces en cada fecha importante, cada aniversario poníamos a Popeye a hablar de muchas cosas. Pero nunca, nunca le pusimos atención a cosas delicadas que él sí contó, y a lo que sí se le debió poner atención, por ejemplo, cómo el Cartel de Medellín negoció la no extradición con el presidente César Gaviria. Él dijo un día que la no extradición se negoció en una sala de redacción del periódico El Tiempo mientras estuvo secuestrado Pacho Santos. Ese es un capítulo que Popeye contó y nadie le prestó atención, ni en la justicia ni en los medios. Se quedó ahí".
Un país de viudas y huérfanos
Quienes no apoyan esa apología y exaltación del delito son las víctimas de Popeye y el Cartel de Medellín. Una de ellas es Ana Lucía Leal, quien vio morir en sus brazos a su esposo Miguel Soler.
"Mi esposo trabajaba para El Espectador aquí en Medellín. Su trabajo era distribuir el periódico para Antioquia y el Chocó. Realmente él no tuvo amenazas, pero sí contra las instalaciones del periódico.
Ana Lucía confiesa que fue muy difícil reponerse a esa pérdida y sacar adelante a sus cuatro hijos pequeños sin contar con el más mínimo apoyo o reparación por parte del Estado. Dice no tener odio ni contra Popeye ni contra los miembros del Cartel de Medellín, pero sí lamenta que alias Popeye haya muerto (el pasado 6 de febrero de un cáncer) sin contar la verdad, sin pedir perdón y, en muchos casos, burlándose de las víctimas.
"Con la muerte de Popeye siento que se hizo justicia, pero justicia divina. Pienso que allá arriba sí están siendo juzgados porque en la justicia de aquí de mi país yo no creo. Este país, desde esa época, se volvió un país de huérfanos y viudas tratando de sacar adelante a nuestros hijos".