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Ni presidente ni Congreso: la difícil salida a la crisis política en Perú
Ni presidente ni Congreso: la difícil salida a la crisis política en Perú
LIMA (Sputnik) — El pasado 4 de febrero, el presidente de Perú, Pedro Castillo, anunció la remoción de su primer ministro, Héctor Valer, y los demás miembros... 08.02.2022, Sputnik Mundo
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Valer duró en el cargo apenas cuatro días, pues el presidente tuvo que optar por cesarlo a raíz de las revelaciones sobre denuncias de violencia familiar en su contra, además de tener una investigación fiscal por corrupción.Asimismo, sobre algunos de los otros ministros se fue revelando que tenían casi nula preparación para el cargo, además de líos judiciales, siendo aparentemente su relación cercana con el presidente el único motivo para presidir alguna cartera.El gabinete de Valer es el tercero en poco más de medio año de gobierno; y con el anuncio de un cuarto gabinete ya se puede decir que Castillo tendrá cuatro gabinetes en menos de siete meses de mandato, es decir que un gabinete al presidente de Perú no le dura ni dos meses, lo que indica un problema de gobernabilidad grave.Gobierno en llamasDiversos analistas locales coinciden en que si el presidente aún no nombra a su nuevo primer ministro y los demás miembros de su gabinete es porque, primero, el desprestigio y la inestabilidad del Ejecutivo es tal que pocos profesionales están dispuestos a entrar para salir luego mal parados de la experiencia, es decir terminar "quemados" como sus antecesores.En segundo lugar, cuando el exsecretario presidencial Carlos Jaico y el exministro del Interior Avelino Guillén renunciaron a su cargos poco antes de la caída del gabinete de Valer, ambos denunciaron la existencia de un "un gabinete en la sombra" en alusión a los asesores de Castillo que, aseguran, son los que toman las decisiones que les corresponden a los ministros.La presencia y peso de los asesores del presidente -—funcionarios designados por Castillo de entre su entorno cercano— ya han advertidos por diversos medios e investigaciones periodísticas, mismas que denuncian que el "amiguismo" que caracteriza sus dinámicas de trabajo son caldo de cultivo para actos de corrupción, tal como la exprimera ministra Mirtha Vásquez —antecesora de Valer— lo expresó cuando renunció a su cargo.Visto así, la conformación de un gabinete es difícil, ya sea porque pocos serían los profesionales de prestigio que quieran tener en su hoja de vida haber servido a un gobierno tan cuestionado —Castillo supera el 60% de desaprobación ciudadana—, o porque una vez en el cargo corren el riesgo de ser "ninguneados" por un presidente que parece escuchar mucho más a sus asesores.La salida a la crisis en Perú es difícil. La oposición en el Congreso, donde Castillo tiene un respaldo escaso, ha apuntado desde el inicio de su gestión a destituir al presidente, asunto que no debe sorprender pues la derecha liderada por Keiko Fujimori —Fuerza Popular y contendiente en el balotaje— nunca ha reconocido los resultados electorales y califican al presidente como "ilegítimo".Para esto se aferran a la ocurrencia de un presunto fraude electoral del cual nunca pudieron presentar pruebas y que ya ha sido calificado por la justicia peruana como inexistente, sin contar que en su momento absolutamente todas las misiones observadoras internacionales que supervisaron los comicios coincidieron que estos se habían caracterizado por su transparencia.Perú entre dos bandosAsí, en el juego político se encuentran el Ejecutivo y el Legislativo, cada uno con sus problemas y con alta resistencia en la ciudadanía pues el Congreso supera el 65% de desaprobación ciudadana.Ya sea si el presidente desea cerrar el parlamento —algo que podría ejecutar si éste le niega el respaldo a dos gabinetes ministeriales—, o si el Congreso buscase destituir al mandatario por la figura constitucional de incapacidad moral -algo que ya intentó hacer el año pasado-, el problema para el ciudadano de a pie es que ninguna salida le resulta simpática.Por los niveles elevados de desaprobación, se puede decir que los peruanos se encuentran en medio de dos bandos de los cuales desconfía por igual. La salida del presidente podría decirse que es algo deseable para un peruano promedio, pero no es deseable su consecuencia que es la toma del poder de parte del Congreso.Por otro lado, a un peruano promedio pareciera que cerrar el parlamento podría ser una posible salida a la crisis, pero eso equivale a dejar el poder en manos de un presidente en el que no confía y al que aprecia cada vez como más precario para asumir una posición de liderazgo.La salida a la crisis es muy difícil, y la incertidumbre es lo que parece ser el sentimiento que se apodera la ciudadanía con mayor fuerza, mucho más que la esperanza de que los poderes del Estado vayan a entenderse entre sí por el bien del país.
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Ni presidente ni Congreso: la difícil salida a la crisis política en Perú
LIMA (Sputnik) — El pasado 4 de febrero, el presidente de Perú, Pedro Castillo, anunció la remoción de su primer ministro, Héctor Valer, y los demás miembros de su gabinete. Un episodio que puede marcar un destino impredecible para la política en el país andino.
Valer duró en el cargo apenas cuatro días, pues
el presidente tuvo que optar por cesarlo a raíz de las revelaciones sobre
denuncias de violencia familiar en su contra, además de tener una investigación fiscal por corrupción.
Asimismo, sobre algunos de los otros ministros se fue revelando que tenían casi nula preparación para el cargo, además de líos judiciales, siendo aparentemente su relación cercana con el presidente el único motivo para presidir alguna cartera.
El gabinete de Valer es el tercero en poco más de medio año de gobierno; y con el anuncio de un cuarto gabinete ya se puede decir que
Castillo tendrá cuatro gabinetes en menos de siete meses de mandato, es decir que un gabinete al presidente de Perú no le dura ni dos meses, lo que indica un problema de gobernabilidad grave.
Gobierno en llamas
Diversos analistas locales coinciden en que si el presidente aún no nombra a su nuevo primer ministro y los demás miembros de su gabinete es porque, primero, el desprestigio y la inestabilidad del Ejecutivo es tal que pocos profesionales están dispuestos a entrar para salir luego mal parados de la experiencia, es decir terminar "quemados" como sus antecesores.
En segundo lugar, cuando el exsecretario presidencial
Carlos Jaico y el exministro del Interior
Avelino Guillén renunciaron a su cargos poco antes de la caída del gabinete de Valer, ambos denunciaron la existencia de un "un gabinete en la sombra" en alusión a los asesores de Castillo que, aseguran, son los que toman las decisiones que les corresponden a los ministros.
La presencia y peso de los asesores del presidente -—funcionarios designados por Castillo de entre su entorno cercano— ya han advertidos por diversos medios e investigaciones periodísticas, mismas que denuncian que el "amiguismo" que caracteriza sus dinámicas de trabajo son caldo de cultivo para actos de corrupción, tal como la exprimera ministra
Mirtha Vásquez —antecesora de Valer— lo expresó
cuando renunció a su cargo.
Visto así, la conformación de un gabinete es difícil, ya sea porque pocos serían los profesionales de prestigio que quieran tener en su hoja de vida haber servido a un gobierno tan cuestionado —Castillo supera el 60% de desaprobación ciudadana—, o porque una vez en el cargo corren el riesgo de ser "ninguneados" por un presidente que parece escuchar mucho más a sus asesores.

8 de febrero 2022, 19:45 GMT
La salida a la crisis en Perú es difícil. La oposición en el Congreso, donde Castillo tiene un respaldo escaso, ha apuntado desde el inicio de su gestión a destituir al presidente, asunto que no debe sorprender pues la derecha liderada por Keiko Fujimori —Fuerza Popular y contendiente en el balotaje— nunca ha reconocido los resultados electorales y califican al presidente como "ilegítimo".
Para esto se aferran a la ocurrencia de un presunto fraude electoral del cual nunca pudieron presentar pruebas y que ya ha sido calificado por la justicia peruana como inexistente, sin contar que en su momento absolutamente todas las misiones observadoras internacionales que supervisaron los comicios coincidieron que estos se habían caracterizado por su transparencia.
Perú entre dos bandos
Así, en el juego político se encuentran el Ejecutivo y el Legislativo, cada uno con sus problemas y con alta resistencia en la ciudadanía pues el Congreso supera el 65% de desaprobación ciudadana.
Ya sea si el presidente desea cerrar el parlamento —algo que podría ejecutar si éste le niega el respaldo a dos gabinetes ministeriales—, o si el Congreso buscase destituir al mandatario por la figura constitucional de incapacidad moral -algo que ya intentó hacer el año pasado-, el problema para el ciudadano de a pie es que ninguna salida le resulta simpática.

5 de febrero 2022, 18:56 GMT
Por los
niveles elevados de desaprobación, se puede decir que los peruanos se encuentran en medio de dos bandos de los cuales desconfía por igual. La salida del presidente podría decirse que es algo deseable para un peruano promedio, pero no es deseable su consecuencia que es la toma del poder de parte del Congreso.
Por otro lado, a un peruano promedio pareciera que cerrar el parlamento podría ser una posible salida a la crisis, pero eso equivale a dejar el poder en manos de un presidente en el que no confía y al que aprecia cada vez como más precario para asumir una posición de liderazgo.
La salida a la crisis es muy difícil, y la incertidumbre es lo que parece ser el sentimiento que se apodera la ciudadanía con mayor fuerza, mucho más que la esperanza de que los poderes del Estado vayan a entenderse entre sí por el bien del país.