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Cholitas luchadoras en Bolivia: "Las mujeres no nos dedicamos solo a cocinar y a cuidar a los bebés"

© Sputnik / Sebastián OchoaCholitas luchadoras de El Alto, Bolivia
Cholitas luchadoras de El Alto, Bolivia - Sputnik Mundo, 1920, 07.02.2023
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'Cholitas wrestling' (lucha de cholitas), así es el título de varios de los folletos distribuidos en todos los hoteles paceños, donde por lo general se hospedan turistas extranjeros. La fila para ingresar al Coliseo de Villa Dolores, en la ciudad de El Alto, es una mezcla de idiomas: francés, italiano, japonés, entre otros.
Sputnik presenció las batallas de las mujeres de pollera en El Alto, urbe de población mayormente aymara, donde a comienzos de 2000 las mujeres empezaron a subirse a los cuadriláteros para dar atractivos espectáculos con piruetas y golpes demoledores que duelen de verdad.
Decenas de alteños también acuden religiosamente cada domingo para ver a las heroínas locales, quienes enfrentan a sus respectivas némesis. Pero en esta eterna representación de la batalla entre el bien y el mal, las mujeres de pollera siempre ganan.
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La cholita Marisol se presentó ante el cuadrilátero y el público estalló en una ovación. Enfrentó al villano Abraxas, un personaje agresivo y con mucho amor propio. La pollera y la enagua de la luchadora flameaban por el ring, mientras levantaba o lanzaba por el aire a su contrincante, quien a su turno le retribuía su cuota de golpes.
La luchadora estrella es Yolanda la Amorosa, quien desde hace 23 años pasea su orgullo aymara por el cuadrilátero. Contó a Sputnik que nació en este ambiente, porque su padre también era luchador. Actualmente, su hija sigue su legado.
"Me siento muy emocionada y muy contenta, porque las mujeres no solamente nos dedicamos a cocinar y a cuidar a los bebés. También podemos hacer deporte un tanto varonil, porque nada es imposible", aseguró.
La luchadora puso como ejemplo a la diputada Remedios Loza, quien llegó al Congreso en 1989 y fue la primera mujer de pollera —es la forma políticamente correcta de llamar a las cholitas— en ocupar ese cargo, que desempeñó hasta 2002. Falleció en 2018.
"Si la señora Remedios Loza, que en paz descanse, ha llevado la pollera al Parlamento, ¿por qué no una mujer que viste pollera, como yo, una mujer indígena, no va a hacer este deporte?", sostuvo.
Yolanda la Amorosa confesó qué siente cada vez que sube al cuadrilátero: "Es magnífico, es algo que no puedo describir. Llevo sangre de luchadores, porque mi padre, que en paz descanse, también era luchador. Ahora mi hija también es luchadora".

La tradición del coliseo

Las entradas para ingresar al coliseo, situado en la Ceja de El Alto, tienen precio diferenciado. Para los nacionales son 20 pesos bolivianos (unos tres dólares) y 50 para los extranjeros (unos siete dólares). Las luchas del domingo lluvioso que presenció Sputnik reunieron a 100 personas, mayormente turistas.
Yolanda comentó que las y los luchadores deben realizar otras actividades para mantenerse. Remarcó que su mejor paga está "en todo el amor que me brinda la gente boliviana, así como la gente extranjera que nos viene a visitar para ver si nos golpeamos fuerte o no".
A pesar de que los golpes están mayormente coreografiados, es frecuente que se lastimen de verdad. "Las roturas de cabeza que tenemos y las lesiones son ciertas. Lo has podido comprobar tú y la gente aquí presente", sostuvo.
La luchadora remarcó que detrás de cada presentación "hay mucha técnica, mucha práctica y disciplina. Por eso hacemos esas caídas, pero es imposible no lastimarnos y no rompernos la cabeza. Mucho más cuando el contrincante nos empieza a dar duro. Pero yo no me puedo quedar atrás, así que también recibe mi contrincante".
La mujer aymara admitió que le llegan golpes, pero a quien tiene enfrente "le llegan aún más, porque doy con más garra".

Alma, corazón y vida

En diálogo con Sputnik, la cholita Marisol remarcó que las peleas y los golpes son reales. "Entrenamiento tras entrenamiento, las mujeres logramos lo que queremos. Por eso damos alma, corazón y vida en el ring. Piensan que la lucha libre es solamente un show, pero yo me he fracturado un hombro, también tuve una lesión en el pie", relató.
Comentó que está volviendo al cuadrilátero luego de un periodo de sanación. La lesión en su pie se había agravado por seguir peleando a pesar del dolor: "No podía parar. Sí o sí tenía que terminar la lucha, porque estaba el público acá presente".
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Lo mismo que a Yolanda, la luchadora contó que el cariño de la gente "me hace sentir feliz, es lo que me da más agallas y me levanta cuando estoy abajo. Los aplausos me levantan, sobre todo el apoyo de los extranjeros que vienen. Los quiero mucho y me dedico a ellos".
Yolanda, por su parte, todavía no ve en el horizonte su retiro de los cuadriláteros. "Voy a seguir mientras el público me lo permita, hasta que se cansen de mí. Me debo al público, porque he crecido y soy gracias a esta gente, también a los que vienen de diferentes países a apoyarme, como ahora lo han hecho".

La lucha libre "no es un trabajo, no es una profesión. Es una pasión que vive dentro de mí", manifestó.

La experimentada luchadora afirmó que "este deporte no nos da para comer, tampoco para nuestros medicamentos. Lastimosamente en Bolivia no tenemos un seguro médico". Por ello, la cura de las lesiones que se ocasionan durante las peleas "tratamos de costearla con nuestros trabajos, que tenemos afuera".
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