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Nord Stream 1 y 2: un año del mayor atentado terrorista de los últimos tiempos

Nord Stream 1 y 2: un año del mayor atentado terrorista de los últimos tiempos
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Este 26 de septiembre se cumple un año de uno de los mayores ataques terroristas de los últimos tiempos perpetrado por EEUU, según el periodista y premio Pulitzer de EEUU, Seymour Hersh, quien el pasado 8 de febrero destapó la presunta autoría del presidente Joe Biden.

¿Crónica de un ataque terrorista anunciado?

Empecemos por lo más reciente, y que tiene que ver con una publicación del propio Hersh de este 26 de septiembre de 2023, bajo el título 'Un año de mentiras sobre Nord Stream'. De acuerdo a Hersh, los agentes de EEUU implicados en los sabotajes contra los gasoductos Nord Stream 1 y 2 no dejaron rastro porque no introdujeron ninguna información significativa en los ordenadores.
En este sentido, el periodista concluye que "se podría decir que fue el crimen perfecto", tras subrayar que los informes sobre la operación se enviaron únicamente al jefe de la CIA, que mantuvo contactos con quienes planearon el ataque terrorista, y con el presidente de EEUU, Joe Biden, mientras que todos los documentos en papel fueron destruidos después de la explosión, sin dejar así ningún rastro físico de la implicación de la Casa Blanca.
Pero remontémonos a los tiempos en que Rusia le pedía a EEUU, la Unión Europea, y la OTAN, un acuerdo de seguridad europeo que incluía la permanencia de Ucrania como territorio neutral, su no admisión en la Alianza Atlántica, y el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk.
Entonces, tal como ahora, todo ese bloque del Occidente colectivo, no sólo no atendía a una cuestión existencial tan sensible para Rusia, sino que además le replicaba a Moscú con soberbia, prepotencia, mirándole por encima del hombro, y con más provocaciones verbales del tipo: 'Rusia no tiene derecho a decir quién puede entrar a la OTAN', y mofándose de las preocupaciones y planteos de Rusia que se hizo oficial mediante un documento presentado en diciembre de 2021 por Moscú a los líderes occidentales.
Corría el 27 de enero de 2022, y Victoria Nuland, subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de EEUU, elevaba la provocación, al sentenciar: "Si Rusia invade Ucrania, de una forma u otra, Nord Stream 2 no seguirá adelante". Apenas unos días más tarde, el 7 de febrero, en lo que fue prácticamente un calco de declaración, Biden soltaba: "Si Rusia invade, y eso significa tanques y tropas cruzando la frontera de Ucrania, ya no habrá un Nord Stream 2, le pondremos fin".
Para aderezarle una pizca de morbo, lo dijo en plena rueda de prensa conjunta con el canciller alemán, Olaf Scholz, como para dejarle bien claro quién manda en Alemania: EEUU. Y Scholz hizo lo posible por esconder su cara detrás de un gesto de sumisión absoluta. Una rueda de prensa que, sintomáticamente, tenía lugar en el marco, nada más y nada menos, que del Consejo Bilateral de Energía en Washington. Olaf acababa de enterarse que a su país se le venía la noche, pero en ese momento, y también ahora, actúa como si la cosa no fuera con él.
Llegó el fatídico 26 de septiembre de 2022. Tras 7 meses de iniciada la operación militar especial de Rusia en Ucrania, se hacía realidad el ataque terrorista contra los gasoductos Nord Stream 1 y 2, cuyo resultado fue la inutilización de ambos ramales, tal como habían amenazado Nuland y Biden.
Y entonces, llegó la caída estrepitosa de una primera ministra del Reino Unido, de cuyo nombre ya nadie se acuerda por haber durado menos que una lechuga, pero que se llama Liz Truss. La razón de su caída estaría conectada directamente al ataque terrorista contra los gasoductos Nord Stream: se filtró una comunicación que mantuvo con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, a quien, apenas se supo sobre las explosiones, le habría dicho: "Está hecho".
A partir de ese momento –salvo mucha gente vinculada a la inteligencia de distintas potencias ya seguramente conocía a los autores intelectuales y materiales del ataque terrorista– todo fueron especulaciones en los medios de comunicación, y en concreto los occidentales fueron los primeros en señalar, como no, a Rusia, diciendo que eso le serviría como excusa para dejar de suministrar gas a Europa: la realidad era diametralmente opuesta, porque quien ganaba, era EEUU que veía así aumentar su nicho de mercado en suelo comunitario.

Biden al descubierto

Lo que en realidad pasó entre las amenazas de Nuland y Biden, y las explosiones, lo detalló el propio Seymour Hersh al publicar un reportaje de investigación el pasado 8 de febrero del presente año. El periodista estadounidense afirmó en su publicación que Biden decidió sabotear los gasoductos Nord Stream tras más de nueve meses de conversaciones secretas con el equipo de seguridad nacional, y que durante los ejercicios Baltops de la OTAN en el verano de 2022, buzos estadounidenses colocaron explosivos bajo los gasoductos que fueron activados tres meses después por los noruegos.
Huelga mencionar que, 'casualmente', el mismo día del ataque terrorista contra los Nord Stream, Polonia inauguraba un gasoducto proveniente de Noruega, y que pasa por Dinamarca.
La noticia del ataque terrorista fue todo un bombazo, y las reacciones llegaron en cadena, desde la constatación por parte de Rusia de lo que era un secreto a voces, hasta las respuestas más inverosímiles de EEUU y sus países satélites, comenzando por la propia Alemania. Tanto impacto causó en la Casa Blanca el haber quedado al descubierto, que lo primero que intentaron hacer fue desacreditar al periodista, y lo segundo, programar una visita de Scholz a la Casa Blanca para inicios de marzo.
Así, en un momento del encuentro, según la cadena CNN en su versión en inglés bajo el sugerente título "Olaf Scholz de Alemania se reúne con Biden después de un año transformador", la publicación transcribe unas palabras que Biden le dice a Scholz: "Ha habido muchos cambios desde la última vez que estuvo aquí". Sobra mencionar que entre esos "muchos cambios", estaban las explosiones de los gasoductos Nord Stream 2, que definitivamente cortaron toda posibilidad de la llegada de gas ruso a Alemania, que históricamente ha sido la base del éxito económico de la ya exlocomotora económica de Europa.
No hacía falta ser un genio para darse cuenta sobre el principal tema que habían tratado. Pero por si había alguna duda, cuatro días más tarde The New York Times publicaba sin sonrojarse, y basado en presuntos datos de la inteligencia estadounidense, que un grupo proucraniano llevó a cabo el ataque a los gasoductos Nord Stream. Mientras, el mismo día, en un movimiento coreográfico más que ensayado, el periódico alemán Die Zeit, publicaba que investigadores alemanes identificaron el buque que presuntamente participó en el ataque a los gasoductos, señalando que "las huellas conducen en dirección a Ucrania".
Entonces, desde Rusia, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró al respecto que "está claro que los autores del atentado terrorista quieren desviar la atención. Está claro que se trata de un bulo mediático coordinado". En tanto, la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, expresaba en su canal de Telegram: "Me pregunto quién permite que tales filtraciones llenen el espacio informativo. La respuesta: quienes no quieren llevar a cabo una investigación en un ámbito legal, y van a desviar la atención del público de los hechos de todas las formas posibles".
Volviendo a la nueva publicación de Seymour Hersh titulada 'Un año de mentiras sobre Nord Stream'. Según el periodista, quien cita a un funcionario familiarizado con el asunto EEUU eligió Nord Stream específicamente para atacar, al considerar que "era el único al que podía acceder y sería totalmente negable". Además, el periodista reveló que el ataque al Nord Stream no estaba relacionado con Ucrania, precisando que, en realidad, la Administración Biden decidió llevar a cabo la misión por temor a perder su influencia sobre Alemania y Europa Occidental ante el suministro de gas ruso barato.
La voladura de este oleoducto significa una impunidad en el sistema internacional, y una injerencia, un sabotaje, una acción terrorista a la que nos tienen acostumbrados algunos países. Porque ahí participaron naciones, directa e indirectamente", advierte el Dr. Miguel Jaimes, director del Diplomado en Geopolítica del Petróleo.
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