La pechuga de pollo solo contiene entre 160 y 170 calorías por 100 gramos. Al mismo tiempo es rica en proteínas (alrededor de 21 gramos) de buena digestión, a diferencia de las del cerdo o de la carne bovina. Este producto contiene solo 9 o 10 gramos de grasa y carece de carbohidratos.
"Es un alimento dietético, no irrita el tracto gastrointestinal y se puede consumir si se sufre de gastritis o pancreatitis", asegura la dietista.
La especialista recomienda hervirlo, prepararlo al vapor o cocerlo sin piel.
La pechuga de pollo contiene fósforo, calcio, hierro y vitaminas del grupo B. Su carne fortalece el sistema inmune, los huesos, los dientes y las uñas, y estimula el crecimiento muscular.
La pechuga alberga menos colesterol malo (55 miligramos) que otras partes del pollo, por ejemplo, los codillos y las alas (entre 80 y 85 miligramos por 100 gramos).
"Se puede comer diariamente. Tendrá un buen efecto en los músculos y rn el sistema óseo. Pero es mejor incluir el pollo en la dieta dos o tres veces a la semana y alternarlo con el pescado, la carne roja y fuentes de proteínas vegetales", afirma Korabliova.
El principio clave de una alimentación sana es la variedad, recuerda la médica.