"Mi peor condena no es la cárcel, sino los fantasmas de mis víctimas"
"Ni siquiera le miré. La chica gritó: "¡Asesino, asesino!". La empujé, subí las escaleras, volví a la planta y durante dos meses viví con la esperanza de que la verdad permaneciera en ese sótano. Pero no es así. Y me di cuenta de ello solo fuera de Azovstal. Durante los interrogatorios ni siquiera lo oculté. Ahora mi peor condena no es la cárcel, sino los fantasmas de mis víctimas, con las que comparto celda", afirmó.
"Vi unas sombras en el humo y disparé"
"Solo cumplía órdenes (...) Algunos edificios estaban en llamas y teníamos que revisarlos para evitar sorpresas. Vi unas sombras en el humo y disparé. Fuimos a mirar y solo había dos civiles. Y como no me respondieron, ahora estoy pagando por ese error", recordó.
"Cuando un ruso se acercó a menos de 400 metros, apunté y disparé"
"El 15 de marzo estaba en un puesto de la octava planta del edificio y vi a un civil con un brazalete blanco de los colaboradores rusos caminando por la avenida de la Victoria. Cuando se acercó a menos de 400 metros, apunté y disparé. ¿Por qué lo hice? Porque esto es la guerra. Porque en ese momento lo odiaba a él y a todos los que estaban del lado de mi enemigo", confesó Shvets.
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