Aunque la construcción y diseño de esta obra cumbre del neoclasicismo en la capital cubana estuvo inspirado en el Panteón de París, la Basílica de San Pedro en Roma y en el capitolio de EEUU, el edificio tiene una identidad muy propia.
Aquí funcionó el Congreso de los distintos Gobiernos de la república mediatizada en la isla. El 9 de febrero de 1940 la Asamblea Constituyente promulgó la Constitución de 1940, que constituyó una Carta Magna bastante avanzada para la época. En 1959, cuando triunfó la Revolución cubana, el edificio se destinó a otras funciones.
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En 2010, esta edificación comenzó un proceso de reparación capital, con una inversión inicial de seis millones de dólares. Para la rehabilitación del capitolio han sido contratados cientos de trabajadores cubanos de disímiles especialidades y oficios de las oficinas del Historiador de La Habana, así como obreros de empresas particulares y un grupo de especialistas rusos.
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Se espera que las obras de restauración culminen en noviembre de 2019, para la celebración de los 500 años de la fundación de La Habana. Dividido en tres partes, el ala norte a la derecha funciona hoy día como sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento cubano).
Jardín Botánico
Tampoco se conoce mucho que la ejecución del edificio que estuvo sujeta a demorados plazos por su elevado costo, y por las indecisiones políticas. Fue en marzo de 1926 cuando arrancó de una vez la construcción del emblemático edificio, a pesar de que sus cimientos fueron sentados varios años antes, según el sitio digital de Radio Habana Cuba.
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Cúpula dorada
La cúpula dorada del Capitolio habanero tiene una gran relevancia arquitectónica, ya que se eleva a 91,72 metros desde el nivel de la calle y por su altura y diámetro es la sexta del mundo, aunque al momento de su construcción sólo era superada por San Pedro en Roma y San Pablo en Londres.
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En 2018, la Administración del Kremlin anunció al contratista encargado de restaurar el recubrimiento de oro de la cúpula del Capitolio habanero. El contrato, que será financiado con el presupuesto federal de Rusia, alcanza unos 9,6 millones de dólares y se espera que esté culminado para los festejos por los 500 años de la capital cubana.
Diamantes rusos
En la entrada del Capitolio habanero existe un hoyo que marca simbólicamente el kilómetro cero de donde parten las carreteras cubanas. En el centro de esta estructura de hierro se exhibió durante años un gran diamante que perteneció al último zar ruso, Nicolás II y que estuvo una historia muy particular porque según se cuenta, "aparecía y desaparecía".
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Tras el asesinato de la familia real Romanov en 1918, esta piedra preciosa llegó a manos del joyero turco Issac Estefano, quien la llevó consigo a Cuba. Allí abrió una joyería, y luego vendió la valiosa pieza a las autoridades cubanas. La joya fue instalada en el Salón de los Pasos Perdidos de este monumental edificio, de donde desapareció en 1946.
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Misteriosamente, apareció un año después sobre la mesa del expresidente cubano Ramón Grau San Martín (1944-1948), por lo que en 1973 el valioso diamante de Nicolás II fue sustituido por una copia. La joya original se conserva a buen resguardo en el Banco Central de Cuba, según describe el sitio RussiaBeyond.
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En noviembre de 2017, la fábrica rusa de diamantes de Smolensk entregó a Cuba una nueva piedra preciosa a petición del Instituto Bering-Bellingshausen para las Américas. El nuevo diamante al que llamaron 'El Fiel', es una muestra de amistad cubano-rusa y ocupa el hoyo que marca el kilómetro cero en el suelo del Salón de los Pasos Perdidos del capitolio habanero.
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