Señales contradictorias para Pekín: ¿qué puede esperar China de la visita de Macron y Von der Leyen?
Señales contradictorias para Pekín: ¿qué puede esperar China de la visita de Macron y Von der Leyen?
Sputnik Mundo
Esta semana se prevé que el presidente galo, Emmanuel Macron, visite China. Y no irá solo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le... 04.04.2023, Sputnik Mundo
Dos aspectos del viaje de Macron: el económico y el políticoLa postura oficial del Elíseo está clara: el objetivo principal de Macron es reforzar los lazos con China a nivel económico, así como avanzar en la difícil tarea política de persuadir a China para que adopte un papel más activo en la resolución de la crisis ucraniana.En términos económicos, el tono de las conversaciones está más o menos definido. Junto con Macron, viaja a Pekín una delegación de 60 jefes de grandes corporaciones y pequeñas empresas, entre ellas Airbus, Electricite de France SA, Alstom SA y otras.China sigue siendo el mayor socio comercial e inversor de la UE, con un intercambio que en 2021 superó los 795.000 millones de euros. El mercado chino, de 1.400 millones de habitantes, es sumamente atractivo para la mayoría de las empresas europeas. Por ejemplo, el año pasado, tres grandes compañías chinas anunciaron su intención de comprar 292 aviones Airbus. No es nada sorprendente que las acciones de la compañía aérea subieran un 2% en vísperas de la visita de Macron. Durante el último viaje del líder galo a China en 2019, se firmó un acuerdo por 30.000 millones de dólares en aviones Airbus. En la actualidad, también se espera que el mayor mercado aeronáutico del mundo firme con el consorcio francés nuevos contratos.Por otra parte, Macron también tiene un objetivo político complejo: convencer a China de que abandone la neutralidad en la cuestión ucraniana y, si esto resulta imposible, que al menos asuma un papel más activo en la resolución de la crisis. Al mismo tiempo, la visión del presidente francés sobre el problema ucraniano coincide en líneas generales con la posición común de Estados Unidos y el Occidente colectivo.De ahí que no sea una sorpresa que los intentos activos de Macron de convertirse en un "pacificador" y las numerosas conversaciones telefónicas con el presidente ruso, Vladímir Putin, no hayan dado ningún resultado. Ahora, al parecer, el presidente francés quiere influir en Rusia a través de China, ya que Putin y Xi Jinping no solo mantienen buenas relaciones oficiales, sino también personales.Por un lado, desde el Elíseo no hablan de expectativas desmesuradas ante la próxima visita de Macron. Sin embargo, París sí señala que el presidente francés pasará más de una hora en conversaciones con Xi Jinping, incluso viajarán juntos de Pekín a Guangzhou, un centro industrial en el sur de China. Sin embargo, se espera que la estrategia de Macron difiera de la política de amenazas y sanciones de Washington, lo que significa que París intentará entablar las relaciones con el gigante asiático de manera amistosa.No obstante, ¿qué puede ofrecer Macron? La agenda comercial y económica, la profundización de la cooperación en materia de inversiones ocuparán un lugar prioritario. De hecho, Francia está interesada en ampliar sus lazos comerciales con China, y así lo demuestra, entre otras cosas, la composición de la delegación que va de París a Pekín. Pero el factor de la presencia de Von der Leyen puede obstaculizar los planes de Macron en este sentido.Planes de Von der LeyenLa semana pasada, la jefa de la Comisión Europea pronunció un discurso bastante agresivo sobre China. Von der Leyen trató de demostrar que Bruselas conserva cierta autonomía en su política exterior respecto a Estados Unidos y, por lo tanto, la UE no quiere una confrontación con China.Sin embargo, habló de las amenazas que supone Pekín para el orden mundial actual y de la necesidad de que la UE sea independiente del país asiático, sobre todo, en las cadenas de suministro y en la provisión de recursos estratégicos. Es decir, la estabilidad diplomática y los canales abiertos de comunicación con China son muy importantes y es necesario cooperar con el gigante asiático, pero solo cuando beneficia al bloque europeo.Al mismo tiempo, destacó que Pekín es un desafío sistémico para los valores "comunes" de Occidente e incluso una amenaza para la sostenibilidad económica de la UE. Las palabras de la jefa de la Comisión Europea ya han sido criticadas por el embajador de China ante la UE, Fu Cong, señalando que en Europa están aumentando las tendencias proteccionistas y expresando su decepción por la retórica de la funcionaria europea.En suma, la visita a China del presidente francés y de la jefa de la Comisión Europea conllevaría señales muy contradictorias para Pekín. Mientras Macron hablará de la importancia de ampliar los lazos económicos, Von der Leyen enfatizará la incompatibilidad de las políticas chinas con los "valores comunes" occidentales.En consecuencia, no queda claro cómo debe responder China a las peticiones de una mayor cooperación en materia de inversiones, cuando, al mismo tiempo, el acuerdo de inversiones entre la UE y China probablemente nunca llegue a aplicarse.La parte china, por supuesto, está interesada en cooperar con Europa, y ella misma ha instado repetidamente a Bruselas a centrarse en intereses pragmáticos y no en vagas construcciones ideológicas. Sin embargo, para ello, Europa debe definir su propia línea. Solo así, Bruselas podrá llegar a acuerdos prácticos.
Esta semana se prevé que el presidente galo, Emmanuel Macron, visite China. Y no irá solo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le acompañará a Pekín. Aunque Bruselas intenta presentar el viaje como prueba de una política europea cohesionada, los dos políticos persiguen objetivos diferentes, lo que genera cierto desconcierto.
Dos aspectos del viaje de Macron: el económico y el político
La postura oficial del Elíseo está clara: el objetivo principal de Macron es reforzar los lazos con China a nivel económico, así como avanzar en la difícil tarea política de persuadir a China para que adopte un papel más activo en la resolución de la crisis ucraniana.
En términos económicos, el tono de las conversaciones está más o menos definido. Junto con Macron, viaja a Pekín una delegación de 60 jefes de grandes corporaciones y pequeñas empresas, entre ellas Airbus, Electricite de France SA, Alstom SA y otras.
China sigue siendo el mayor socio comercial e inversor de la UE, con un intercambio que en 2021 superó los 795.000 millones de euros.
El mercado chino, de 1.400 millones de habitantes, es sumamente atractivo para la mayoría de las empresas europeas. Por ejemplo, el año pasado, tres grandes compañías chinas anunciaron su intención de comprar 292 aviones Airbus. No es nada sorprendente que las acciones de la compañía aérea subieran un 2% en vísperas de la visita de Macron. Durante el último viaje del líder galo a China en 2019, se firmó un acuerdo por 30.000 millones de dólares en aviones Airbus. En la actualidad, también se espera que el mayor mercado aeronáutico del mundo firme con el consorcio francés nuevos contratos.
Por otra parte, Macron también tiene un objetivo político complejo: convencer a China de que abandone la neutralidad en la cuestión ucraniana y, si esto resulta imposible, que al menos asuma un papel más activo en la resolución de la crisis. Al mismo tiempo, la visión del presidente francés sobre el problema ucraniano coincide en líneas generales con la posición común de Estados Unidos y el Occidente colectivo.
De ahí que no sea una sorpresa que los intentos activos de Macron de convertirse en un "pacificador" y las numerosas conversaciones telefónicas con el presidente ruso, Vladímir Putin, no hayan dado ningún resultado. Ahora, al parecer, el presidente francés quiere influir en Rusia a través de China, ya que Putin y Xi Jinping no solo mantienen buenas relaciones oficiales, sino también personales.
Por un lado, desde el Elíseo no hablan de expectativas desmesuradas ante la próxima visita de Macron. Sin embargo, París sí señala que el presidente francés pasará más de una hora en conversaciones con Xi Jinping, incluso viajarán juntos de Pekín a Guangzhou, un centro industrial en el sur de China. Sin embargo, se espera que la estrategia de Macron difiera de la política de amenazas y sanciones de Washington, lo que significa que París intentará entablar las relaciones con el gigante asiático de manera amistosa.
No obstante, ¿qué puede ofrecer Macron? La agenda comercial y económica, la profundización de la cooperación en materia de inversiones ocuparán un lugar prioritario. De hecho, Francia está interesada en ampliar sus lazos comerciales con China, y así lo demuestra, entre otras cosas, la composición de la delegación que va de París a Pekín. Pero el factor de la presencia de Von der Leyen puede obstaculizar los planes de Macron en este sentido.
Planes de Von der Leyen
La semana pasada, la jefa de la Comisión Europea pronunció un discurso bastante agresivo sobre China. Von der Leyen trató de demostrar que Bruselas conserva cierta autonomía en su política exterior respecto a Estados Unidos y, por lo tanto, la UE no quiere una confrontación con China.
Sin embargo, habló de las amenazas que supone Pekín para el orden mundial actual y de la necesidad de que la UE sea independiente del país asiático, sobre todo, en las cadenas de suministro y en la provisión de recursos estratégicos. Es decir, la estabilidad diplomática y los canales abiertos de comunicación con China son muy importantes y es necesario cooperar con el gigante asiático, pero solo cuando beneficia al bloque europeo.
Al mismo tiempo, destacó que Pekín es un desafío sistémico para los valores "comunes" de Occidente e incluso una amenaza para la sostenibilidad económica de la UE. Las palabras de la jefa de la Comisión Europea ya han sido criticadas por el embajador de China ante la UE, Fu Cong, señalando que en Europa están aumentando las tendencias proteccionistas y expresando su decepción por la retórica de la funcionaria europea.
En suma, la visita a China del presidente francés y de la jefa de la Comisión Europea conllevaría señales muy contradictorias para Pekín. Mientras Macron hablará de la importancia de ampliar los lazos económicos, Von der Leyen enfatizará la incompatibilidad de las políticas chinas con los "valores comunes" occidentales.
En consecuencia, no queda claro cómo debe responder China a las peticiones de una mayor cooperación en materia de inversiones, cuando, al mismo tiempo, el acuerdo de inversiones entre la UE y China probablemente nunca llegue a aplicarse.
La parte china, por supuesto, está interesada en cooperar con Europa, y ella misma ha instado repetidamente a Bruselas a centrarse en intereses pragmáticos y no en vagas construcciones ideológicas. Sin embargo, para ello, Europa debe definir su propia línea. Solo así, Bruselas podrá llegar a acuerdos prácticos.
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